Paisajes agrarios
Un cultivo tradicional arrinconado por los grandes regadíos
El algarrobo, junto al olivo y al almendro, forma parte de la trilogía valenciana de los cultivos de secano arbolado. Este cultivo ancestral ha tenido gran relevancia en las economías rurales tradicionales, donde la alimentación del ganado y de las caballerías era indispensable para completar el ciclo de las labores agrícolas. También se vendía la algarroba para la fabricación de piensos e incluso como materia prima de la industria agroalimentaria y cosmética. Sin embargo, el algarrobo, que tapizaba los piedemontes valencianos, ha experimentado una importante crisis en favor de otros cultivos más productivos como el naranjo o los frutales de hueso, que pone en peligro su pervivencia en el campo valenciano.
En sentido estricto, el algarrobo (Ceratonia siliqua) es un árbol cuyo origen se halla en el Mediterráneo Oriental. Fue introducido en la península tras la invasión musulmana, durante la Edad Media, implantándose en la costa catalana, en la Comunitat Valenciana, en Murcia, Baleares y Andalucía. Su nombre procede de la voz árabe al-jarrub, que ha derivado algarrobo en castellano y garrofer en valenciano. El algarrobo pertenece a la familia de las leguminosas, tal y como se puede apreciar en la morfología de su fruto, la algarroba. Es un árbol de hoja perenne, que en ocasiones puede alcanzar los diez metros de altura. Su carácter rústico y campestre le permite adaptarse a topografías complejas, liberando los terrenos más llanos y fértiles a otros cultivos más rentables.
A pesar de la majestuosidad y magnífico porte de estos árboles, su ciclo vegetativo y por tanto, su localización geográfica, quedan totalmente condicionados por la fenología del territorio. En este sentido, Cavanilles en sus Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia efectúa el siguiente comentario “Sirvió el algarrobo como de termómetro en aquel invierno; por el se pudo regular de algún modo lo intenso del yelo”o “[..] el algarrobo conserva en invierno cierta blandura por lo que presentan así al yelo mil puertas por donde entre este y destruya los árboles”. El algarrobo es un árbol térmicamente exigente y le gustan los terrenos calizos y algo pedregosos. Es por ello, por lo que su distribución se ajusta al piso bioclimático termomediterráneo, con un termoclima entre los 17o y 19o C y un ombroclima en torno a los 450 mm. Ocupa el algarrobo, por tanto, una posición próxima al litoral, sobre los pequeños cerros terciarios y piedemontes que descienden desde el interior a las llanuras prelitorales y litorales. En ningún caso se localiza por encima de los 600 metros de altitud, siendo esta franja termomediterránea la más próspera desde un punto de vista agrícola. No obstante, esta ubicación ha forzado al algarrobo a competir con cultivos intensivos de mayor rentabilidad, especialmente allí donde se han ampliado los sistemas de regadío. Esta situación y la práctica desaparición de las caballerías, que tenían en las algarrobas su principal fuente de alimento, ha desvalorizado este cultivo que lleva experimentando en las últimas décadas una importante regresión. Espacios antes dominados por el algarrobo lo ocupan hoy otros cultivos como el naranjo, allí donde se ha propiciado la irrigación, los frutales de hueso u otros cultivos de secano económicamente más beneficiosos.
El algarrobo ha sido un cultivo importante dentro del paisaje y de la economía agrícola valenciana (HERMOSILLA, 1997). Desde la Edad Media fue extendiéndose su cultivo, por la oportunidad que suponían sus frutos para la alimentación del ganado, además de otros usos que fueron desarrollándose. Si en el siglo XVI las crónicas indican la importancia de las cosechas en Castellón, Onda, Sagunto, Llíria, Xàtiva y Orihuela, éstas se fueron incrementando en los siglos XVII y XVIII, estimándose una producción en torno a las 60.000 toneladas anuales. El cultivo del algarrobo se practicaba tanto a modo de plantaciones regulares en campos abancalados, como en diseminado combinado con otros cultivos. Las principales áreas de producción se ubicaban en el Baix Maestrat, la Plana, el Camp de Morvedre, Camp de Túria, sectores en torno a l’Horta y sectores de la Ribera, de la Safor, de la Vall d’Albaida y de la Marina Alta (PIQUERAS, 1999).
En el siglo XIX la agricultura conoció una fuerte expansión, que se reflejó en el cultivo del algarrobo. El aumento del número de caballerías que roturaban nuevas tierras exigía asegurar el sustento de aquéllas, convirtiéndose la algarroba en el alimento básico de la dieta de caballos, mulos y asnos. El incremento de la producción y demanda fue tal, que la algarroba llegó a convertirse en un producto de exportación hacia otras regiones de España e incluso hacia el extranjero. El paisaje de los piedemontes valencianos fue atestándose de campos de algarrobos, que sustituían a los viñedos atacados por la filoxera. Durante las primeras décadas del siglo XX continuó la expansión del algarrobo, especialmente en las comarcas litorales de Castellón y en los piedemontes de las comarcas centrales valencianas. El máximo de superficie ocupada por este cultivo se alcanzó a mediados de siglo XX, contabilizándose 145.000 hectáreas.
Si bien la expansión del cultivo del algarrobo desde la Edad Media hasta mediados del siglo XX supuso la configuración de un paisaje representativo de la zona de transición entre los llanos litorales y el interior montano valenciano, la retracción que en las últimas décadas ha experimentado el mercado de la algarroba ha propiciado un proceso de sustitución de cultivos, con repercusiones paisajísticas: abandono de los cultivos y recolonización del parcelario por la vegetación natural, deterioro de los ribazos de piedra en seco favoreciendo la formación de cárcavas y las pérdidas de suelo, directamente, la sustitución de los algarrobos por otros cultivos de secano (almendros, vid y frutales de hueso) o intensivos (especialmente naranjos), que cambian la estructura del parcelario y consumen mayores recursos hídricos.
Entre los factores que explican la baja rentabilidad del cultivo y los cambios en el paisaje se pueden señalar: la avanzada edad de algunas plantaciones, que implica una menor producción; el descenso de la cabaña ganadera de tiro; la sustitución por cultivos más beneficiosos; la escasa mecanización de las tareas agrícolas; la mínima investigación y proyección sobre las posibilidades de la algarroba como materia prima de distintas industrias y del algarrobo como planta nitrogenante; la marginación de la algarroba dentro del ámbito de las cooperativas; la competencia de otros productos destinados a los mismos fines; la proliferación de segundas residencias sobre un suelo más económico y próximo a las grandes áreas metropolitanas…
El descenso de la superficie ocupada por el algarrobo en el último tercio del siglo XX y primeros años del XXI ha sido espectacular. De las 145.000 hectáreas ocupadas en 1960 quedan menos de 50.000, que se concentran en el Baix Maestrat, La Plana, Valle del Palancia, Camp de Túria, Serranía, Hoya de Buñol-Chiva, La Ribera y la Marina. Con el objeto de preservar un cultivo que durante tantos siglos ha configurado el paisaje de los secanos arbolados valencianos se han llevado a cabo algunas propuestas (MELGAREJO Y SALAZAR, 2003): uso del cultivo como estrategia de reforestación y creación de reservas vegetales, potenciación de recorridos para la puesta en valor de árboles monumentales, valorización de los subproductos de la algarroba, apoyos medioambientales a su cultivo, promoción de asociaciones de productores y de industrias ligadas a la algarroba, búsqueda de nuevos usos y optimización del parcelario y de las explotaciones.
Cant de la garrofera
“Ja hem cantat massa vegades
les oliveres argentades
i les palmeres gràcils que tenen penjolls d’or,
i els ametllers plens de joguines,
i els tarongers de flors albines,
i les figueres gegantines,
i els pins catedralicis que sonen com un cor.
Ara cantem amb veu sincera,
plena de fe, la garrofera,
aliena a les cantúries, dejuna de l’estramp,
espècie tota proletària,
titllada a voltes d’ordinaria,
que ocupa el lloc humil d’un pària
dins l’aspra jerarquia que hi ha damunt del camp.
Sa copa, obrant com una escombra,
fa un arreplec de tota l’ombra
que vola disfressada pels àmbits de la llum
i la projecta en els terrosos,
amb vermellor de sang i grossos,
on les vesprades jauen cossos
que lligen o assacien la dèria del costum.
Sa copa, obrant com un paraigües,
desvia el ròssec de les aigües
que cauen en les tristes diades de l’hivern.
i sots ses branques s’aixopluga
una vellarda fredeluga
o el llaurador que sol remuga
o el sec home captaire que té boca d’infern.”
Francesc Almela i Vives (1987)
Obra poética.
Jorge Hermosilla
Emilio Iranzo
Departament de Geografia
Universitat de València
Teodoro Llorente (1887). Valencia. Sus monumentos y artes. Su naturaleza e historia.
“Si desde Valencia tiramos sobre el mapa una línea recta hacia Poniente, tendremos, con escasas desviaciones, el trazado del antiguo camino de Requena, de la carretera de las Cabrillas... Aún es muy valenciano el Llano de Cuarte (Pla de Quart), lo primero que encontramos en esta excursión occidental, al terminar en Aldaya y Alacuás la alegre Huerta de Valencia. Es este Llano una elevada y extensa meseta, de buena tierra, que sería muy productiva si tuviese agua, y que, aún así, dividida en grandes haciendas (masos en la lengua del país), es afamada por sus buenos viñedos, olivares y algarrobales (garroferals). Al extremo del Llano de Cuarte, algunos collados que ondean el terreno, nos anuncian la región montañosa, y allí topamos con un eminente cerro, cuya prolongada cima corona un castillo derruido, guardián desarmado de esta serranía. La población extendida al pie del cerro es Chiva.”
CAVANILLES, J. A. (1991 reedición).
Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia. Reproducción. facsímil de la edición de Madrid, Imprenta Real, 1795. Edita Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Castellón, Castellón. 338 p.
HERMOSILLA, J. (1987).
El algarrobo valenciano: de la regresión espacial a la revitalización comercial reciente. Tesis de licenciatura. Universidad de Valencia, Departamento de Geografía. Valencia.
HERMOSILLA, J. (1988).
“La revitalización comercial reciente de la algarroba del País Valenciano”. Cuadernos de Geografía, nº 44, Valencia, pp 203-220.
HERMOSILLA, J. (1997).
El algarrobo valenciano: estudio geográfico. Edita Diputació de València. Valencia. 108 p.
HERMOSILLA, J. (2003).
“La condemna de la garrofera valenciana”, Métode: Revista de difusió de la inverstigació de la Universitat de Valencia, nº 40 (Ejemplar dedicado a: El que mengem), Valencia, 45 -47 pp.
MEGAREJO, P. y SALAZAR, D. M. (2003).
Tratado de fruticultura para zonas áridas y semiáridas (Vol. II.): Algarrobo, granado y jinjolero. Editan A. Madrid Vicente Ediciones y Mundi Prensa. Madrid. 428 p.
PIQUERAS, J. (1999).
El espacio valenciano: una síntesis geográfica. Editorial Gules. Valencia. 392 p.