Paisajes litorales

Torres vigía

Los peligros del mar

En un momento de la historia valenciana, a partir del siglo XVI, se produce en el entorno mediterráneo el aumento del peligro turco y una abundancia de navegantes dedicados a la piratería, fundamentalmente procedentes del norte de África. Ciudades como Cullera, Orihuela y otras muchas sufren estos asaltos y lo que con ello tiene de muerte, rapiña, cautivos y destrucción. Por tal de evitar estas acometidas, la monarquía hispánica decide mejorar el sistema defensivo costero, renovando las defensas existentes y construyendo numerosas torres vigías, puntos fortificados, que permiten la vigilancia de la costa y el pronto aviso nada más se divisaba el peligro.

 

Una costa vulnerable

La costa valenciana se extiende a lo largo de 518 kms., la mayor parte de ellos son costas bajas y arenosas, no obstante existir algunos tramos donde las montañas llegan hasta la misma costa, componiendo pequeñas calas, acantilados, un paisaje rocoso sobre el azul mediterráneo.

Esta extensa fachada marítima del Reino de Valencia alberga, junto a numerosas poblaciones de pescadores y agricultores, puertos con astilleros, puntos de comercio e intercambio y cuya actividad es primordial para la economía del reino y su proyección mediterránea. El peligro del imperio turco y sus barcos que surcan el mar, junto a navíos berberiscos procedentes del norte de África, es suficiente motivo para la preocupación de la monarquía y el terror de los habitantes del reino. Ya a principios de siglo en varias ocasiones Cullera se verá atacada, lo mismo que Denia, peligrando también el resto de poblaciones, incluso las mismas ciudades. En 1534 el pirata Barbarroja conquista Argel, y con ello el corsario nombrado almirante de la armada turca pone en peligro las fronteras marítimas de la Corona Hispánica. Barbarroja y su sucesor Dragut sembrarán el terror en nuestras costas, y formaran parte de la memoria colectiva en los mitos y leyendas de nuestros pueblos costeros.

Por todo ello las ciudades y lugares costeros del Reino comienzan a fortificarse, o a mejorar sus defensas. Será fundamentalmente a partir del ataque turco de 1543 cuando el Virrey D. Fernando de Aragón, Duque de Calabria, al igual que todos los virreyes en representación del monarca, procuró reforzar las defensas costeras y de aquí la importancia de su mantenimiento, la construcción de otras muchas y la organización militar y económica para la gestión y sostenimiento de las mismas. Es una época de gran actividad constructiva en cuanto a la ingeniería militar, hay todo un proceso de investigación arquitectónica respecto de las fortificaciones, a nuevos diseños de ciudades… Trabajan en el proyecto y en la realización de estas construcciones defensivas algunos de los más importantes ingenieros del momento: Giovanni Batista Calvi, los Antonelli, los Fratin, el virrey Vespasiano Gonzaga…

Junto a los peligros que vienen del mar, aumenta la poca confianza que se tiene en los habitantes moriscos tanto de la costa como del interior, en ocasiones acusados de connivencia con los piratas de su misma religión. Es significativo el texto del Capitán General de Valencia, D. Fernando de Aragón en 1536 en el que indica que los turcos se encuentran como en su casa en las costas del Reino de Valencia: “y van por los lugares de nuevamente convertidos a una parte y a otra sin hacerles mal ninguno.. aquella partida del Reyno hazia la parte de la Mar está toda poblada de moros lo que causa que ellos están allí como estarían en sus casas” (Archivo General de Simancas, Estado, leg. 272, fol. 81, extraído de A. Cámara). Turcos y aliados con el corsario de Argel, moriscos del Reino, todo ello producía el consabido pánico y justificaba la defensa de ese peligro desde el mar con la construcción de las torres vigía. La fortificación de las costas valencianas no es un hecho aislado para la monarquía, todo el entorno mediterráneo de la corona necesita y realiza esta fortificación, naturalmente también las islas Baleares, que eran frecuentemente atacas e incluso utilizadas como punto para lanzarse sobre las costas valencianas.

Como hemos indicado el año 1543 fue especialmente catastrófico en estas incursiones, son atacadas poblaciones como Guardamar, Alicante, Villajoyosa y Benidorm, otra vez Cullera y Elche en 1552.. En 1554 se redactan las ordenanzas para la vigilancia y defensa de las costas del Reino de Valencia, sirviendo la estructura y normas como modelo para las otras costas de la Corona Hispánica ; la forma de financiar estos gastos se realizaba a través del impuesto de la seda. Una tras otra se refuerzan las defensas existentes, se inspecciona la zona, se manda constuir otras nuevas torres.

Los virreyes, los ingenieros nombrados más arriba recorren las costas, realizan informes al respecto de su defensa, dibujan planos, mandan reforzar fortificaciones, diseñan y construyen torres.

De forma que estas hitos de vigilancia jalonan desde entonces la línea de costa. La mayoría de estas torres, almenaras o atalayas, siguen un esquema constructivo semejante, si bien con variaciones. Sobre una base se construía el primer cuerpo de la torre que era macizo. Sobre él se asentaba la puerta a la que se accedía mediante escalera que se podía retirar, en alguna de ellas la puerta está a ras. Internamente tenían una estancia, a veces dos, cubiertas con bóveda. Una escalera de caracol apoyada en el muro, permitía el acceso hasta la plataforma elevada de la fortificación. En la parte superior, en ocasiones, se instalaba artillería. Elementos verticales que apuntan al cielo, de base estrecha y elevada altura, alguna como la magnífica de Oropesa, más castillo que torre.

Esta línea de atalayas formaba parte del sistema defensivo en el que también se incluían las ciudades y poblaciones fortificadas como Peñíscola, Castellón, Villareal, Burriana, Murviedro, Valencia, Cullera, Denia, Villajoyosa, Alicante, Santa Pola, Guardamar, Orihuela… Esta era la primera línea de vigilancia, pero tras ésta un poco más al interior y en cotas evidentemente más elevadas existía otra raya defensiva y de vigilancia, muchas de ellas identificadas en el mapa adjunto y otras localizadas más recientemente como la torre del Tos Pelat en Moncada. Veamos como ejemplo la situación de las defensa en el Grao de Valencia: “Junto al dicho lugar hazia la mar, está hecho un baluarte y plataforma con unos cubos redondos… A las dos esquinas… se levanta una torre en que hacen las señas de los fuegos… en la dicha plataforma ay un cañón de batir y dos culebrinas grande… A este baluarte es costumbre venir cada noche treinta vezinos de la ciudad de Valencia a hazer guarda por su tanda y de dia bolverse…” (Juan de Acuña, 1558, Archivo Corona de Aragón, Consejo de Aragón, legajo761, documento 103; ext. Boira, 2007, p. 246).

La función de las torres era otear el horizonte marino, y ante la visualización del peligro darse noticia unas a otras, llegando rápidamente la información a las poblaciones, lo que les permitía organizar la protección y defensa. Para transmitir la información se utilizaban hogueras sobre las atalayas, el fuego de las mismas avisaba por la noche y el humo durante el día. Una de estas torres conserva el escudo con la inscripción que explica muy bien el sentido de las atalayas: “Sub umbra alarum tuarum protege me”.

 

Una parte de la Historia y del Paisaje costero valenciano

Las torres por sus características no sólo son parte de la Historia, al mismo tiempo que un elemento de nuestro Patrimonio de primera magnitud, sino que conforman y dan luz a un paisaje característico a conservar, a potenciar. Su verticalidad, erguida sobre las rocas o las arenas de la costa, frente al mar azul mediterráneo, antes punto de vigía para evitar los peligros, ahora magnífico icono que se recorta entre la tierra y el mar. Más de medio centenar de ellas se distribuyen por la costa valenciana conformando uno de los conjuntos de torres defensivas más importantes de todo el Mediterráneo.

Eran el ojo que vigilaba el daño que venía desde la mar, la protección de las costas del Reino. La seguridad de las gentes, de la economía, de las propiedades, de su fe, de la calidad de vida de los habitantes de nuestro territorio.

La conservación de este paisaje pasa en primer lugar por el cuidado continuo de los elementos arquitectónicos a los que nos estamos refiriendo, y al mismo tiempo la visión de la soledad y significación de esos hitos en el paisaje se ve amenazada por la expansión de un urbanismo costero poco respetuoso con su entorno. Porque nuestras torres vigías no son solo la arquitectura de las mismas, sino también el paisaje. Las urbanizaciones se extienden por el espacio, los chalets y edificios de apartamentos se alzan desafiantes sobre el horizonte rompiendo por completo la bella estética de la línea de la costa, acercándose, pegándose a las atalayas, cuando no separándolas de la visión del mar. Torres donde se unen todos los elementos: el aire, la luz, el mar, la tierra, junto al fuego y humo de sus hogueras que velaban por la vida, el trabajo y el descanso de nuestros antepasados.

 

Josep Montesinos
Departament d’Història de l’Art
Universitat de València

Sandra Mayordomo Maya
Departament de Geografia
Universitat de València

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Fotos

Vista aérea del litoral entre Benicàssim y Oropesa (foto ESTEPA).Interior de la Torre de Bonalba (foto Miguel Lorenzo).Torre de Bonalba (foto Miguel Lorenzo).Torre Escaletes, Santa Pola (foto Miguel Lorenzo).La Torre del Guerro, Denia (foto Miguel Lorenzo).La torre vigía del Cap d’Or, Moraira (foto Miguel Lorenzo).Torre del Tamarit, Santa pola (foto Miguel Lorenzo).La torre de les Caletes, Benidorm (foto Miguel Lorenzo).

Mapas

Citas

Orden del Virrei en 1575 (ap. Mateu Ibars, 1963:167)

“... en los anys MD cinquanta quatre y MD cinquanta cinch ordenada la guarda e custòdia en la Costa e marina del presente regne, ab construcció moltes torres, posant en cascuna de aquelles guardes de a peu y atalladors y Descobridors, la despesa de la qual guarda y custòdia e lo sou de les companyes dels escuders eo soldats de a cavall, foch delliberat se pagàs de les pecúnies procehidores del dret vulgarment nomenat lo nou impòsit de la seda, que es trau del present regne...”

A. R. V., Reial Cancelleria, 1324, fol. 255r, 20-11-1554

“... havemos acordado de hazer de nuevo ciertas torres y estancias y de poner en ellas y en otras partes alguna gente de pie y de cavallo y para que esta sea mejor regida y governada conviene que haya capitanes y otros officiales que la rixan y goviernen (...) os creamos, elegimos y nombramos por capitán de la gente de guerra de pie y de cavallo que stuviera senyalada para la guarda de dicho reyno y su costa, en la parte de poniente o levante”.

J. V. Boira (2007). Las torres del litoral valenciano.

“Dentro de las medidas dirigidas a evitar el peligro de ataques marítimos, la construcción de un sistema defensivo basado en torres de vigilancia es un hecho decisivo, pero que no vio la luz hasta mediados del siglo XVI. Es cierto que el sistema defensivo del litoral en el Quinientos no fue una creación ex-novo por parte de las autoridades y de las villas valencianas interesadas. Los fundamentos del sistema se pueden encontrar en la época medieval e incluso antes: la vigilancia del mar desde posiciones elevadas (naturales o artificiales) es un hecho bien conocido en época romana. Pese a ello habrá que esperar hasta el siglo XVI para que los puntos de vigilancia aislados del litoral valenciano se conecten y para que se desarrolle un entramado burocráctico y militar-mediante comisiones, militares y ordenanzas escritas-, que dé sustento al sistema de las torres litorales.”

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