Paisajes litorales
Turismo hecho ciudad
La ciudad de Benidorm se ha convertido en uno de los paisajes antropomorfizados más significativos del litoral valenciano. Una ciudad costera, asentada en la provincia de Alicante, formando parte de la comarca de la Marina Baixa, y volcada a una fundamental actividad: el turismo. Hecho que ha condicionado su paisaje, su entrono. Punto de referencia turística valenciana, pero con trascendencia a nivel español, europeo y mundial.
Benidorm no siempre fue una gran ciudad, y sus orígenes hay que buscarlos en el pequeño pueblo de pescadores que se alzaba sobre un montículo rocoso adentrado ligeramente sobre el mar Mediterráneo. La localidad es el centro de una bahía, flanqueada de extensas playas bajas y arenosas. Con un clima típicamente mediterráneo que le ha servido para el uso por el que actualmente es conocida la ciudad. Templados inviernos y veranos calurosos pero suavizados por la brisa marina. Frente a su costa se alza un pequeño islote, que supone la prolongación de la cercana Serra Gelada. Enclavado en un magnífico entorno rodeada por la Serra Gelada al Este, la Serra Cortina y el Puig Campana al Norte, el Tossal de la Cala al Oeste; con lo cual la ciudad se protege de acciones de viento y metereologías adversas que pudieran alterar su paradisíaco clima.
En el siglo XVI Benidorm forma parte del sistema defensivo de las costas valencianas, frente a los ataques turcos y de la piratería procedente del norte de África; y, curiosamente además de fortificar el lugar uno de los mayores problemas del mismo es la isla frente a su costa, como así lo vemos en el texto del siglo XVI del virrey Vespasiano Gonzaga, experto en fortificaciones: “… abrigo de corsarios mayor que ay en este reyno por cuya causa se pierden cada año muchos navios y gentes”. Isla que hoy en día es una Reserva Natural Marina. Siguiendo con la descripción del virrey, que habla del castillo que era el primitivo recinto poblacional: “… el castillo de Benidorm se puede hazer inexpugnable heziendole isla… está fundado sobre penya metida en la mar y que a la parte de dicha mar ay altura de mas de cien palmos de penya biya que no se puede subir por ella y por la parte de la tierra tiene un fosso que para entrar al dicho castillo ha de ser por una puente levadiza…” (Archivo General de Simancas, Guerra Antigua, leg. 79, fol. 104; extraido de A. Cámara).
En la fortificación había algibe, mesón, casa del señor, casas de pescadores, tres soldados, y dos escuderos que recorrían todas las mañanas la costa observando y vigilando los peligros, además se indica que había espacio para construir 50 casas. En el mismo siglo XVI el arzobispo Juan de Ribera se refiere a la fortificación como un castillo habitado por unos pocos pescadores cuando llega el tiempo de la pesca, y en él había una iglesia. Será en el siglo XVII cuando Benidorm aparecerá con vecinos, pero será el siglo siguiente en el cual merced a las mejoras en la agricultura la población se consolidará. A lo largo del siglo XX la actividad agrícola es la principal de Benidorm, seguida de las relacionadas con la pesca, entre ellas la estacional de la pesca del atún en las almadrabas del estrecho de Gibraltar y en las costa de Túnez y Marruecos. Con lo cual una gran parte de la población benidormenca pasaba parte del año en el mar, produciendo en la población largas ausencias.
Ya en el siglo XIX hubo algún intento de dotar al pequeño pueblecito de pescadores de algún servicio orientado a los visitantes como un balneario llamado de la Virgen del Sufragio, pero será a mediados del siglo XX, cuando Benidorm comienza a aparecer tímidamente en los gustos de nuestros visitantes.
En la literatura valenciana la localidad ha sido referencia para algunos de nuestros escritores, como es el caso de Gabriel Miró: “Pueblo claro y recogido. Dentro de los azules, paredes de aristas de espigas, contorno de nitidez de sal. Casa volcándose sobre cantiles de color limón, casa de lonas de faluchos. Entre los remos y salabres, una higuera que mana su olor caliente y espeso como una resina” (Miró, 1970, p.64).
Efectivamente, desde la mitad del siglo pasado Benidorm comienza a decantarse por las actividades al servicio del turismo. Extensión del espacio habitado, plan de ordenación urbana de 1956, ya apuntan al deseo de convertirse en zona vacacional. Pero la realidad fue superior a las expectativas. Si bien en principio la planificación urbanística iba más bien por chalets aislados, la realidad especulativa y el éxito de pernoctaciones hizo que aumentara la necesidad de espacio y se opta por las edificaciones en altura. La ciudad se ha extendido sobre la playa de Levante, las zonas de cultivo, y la franja interior y las zonas más accidentadas de la playa de Poniente posteriormente. En ese primer espacio de la playa de Levante y zona de cultivos se articula una trama ortogonal hasta las vertientes de la Serra Gelada. Hoy en día la urbanización ha traspasado el espacio municipal abarcando más de seis kilómetros de litoral construido.
Disponemos de un relato de cuando este Benidorm era aún un pueblecito que comenzaba a ser turístico, y conservaba ese encanto de localidad marinera. El profesor Pascual Almiñana recuperó los relatos de una pareja de escritores, el poeta inglés Ted Hugues (1936-1998) y la escritora norteamericana Sylvia Plath (1932-1963), que arribaron al pueblecito de Benidorm en 1956 de luna de miel. La lectura de algunos de los fragmentos de cartas y del diario de la escritora, donde nos cuenta su experiencia son significativos y explicativos de lo mucho que ha cambiado ese paisaje benidormenc: “Tan pronto como divisé aquel pueblecito… después de una hora de viajar en autobús a través de montes desiertos de arena roja, huertos de olivos y matorrales, todo tan típico, y vi aquel mar azul centelleante, la limpia curva de sus playas, sus inmaculadas casas y calles -todo, con una pequeña y relumbrante ciudad de ensueño-, sentí instintivamente, igual que Ted, que ése era nuestro lugar...”. Paisaje irreconocible en el Benidorm actual: “Por la calle empinada suben del pueblo los últimos carros tirados por burros, familias que vuelven a sus hogares en las montañas… Una pareja de chicas que ríen. Un niñito delgaducho que lleva a un perro flaco atado con una correa”. “Y el trabajo de las mujeres remendando las redes y esperando el regreso de sus maridos procedentes de la mar: vestidas de negro, de luto por alguien, se sientan en rústicas sillas de espaldas al camino, dando frente a la oscuridad de sus umbrales”. “Ojalá esta noche la pesca sea una cosecha de plata en las redes, y las luces que porten nuestros hombres, maridos e hijos, se muevan seguros entre las bajas estrellas”. Era un lugar: “donde los almendros son negros y se retuercen sobre el paisaje inundado de blancura, con la claridad de la luz blanqueada de la discordia, no luz de día, sino un daguerrotipo beis, desteñido”.
El paisaje benidormenc donde aún se podía admirar el recortar del campanario sobre la línea del horizonte: “El campanar de Benidorm eixia amb el quadrant del rellotge per damunt de les groguenques teulades del poblat vell. Des d’allí albirava el grandiós panorama de la badia. Les dues platges en corba, estenent llurs daurades arenes en un doble alfanje a cada costat del faralló del castell” (Jordi Valor i Serra, 1959, p. 109).
Actualmente son más de 80.000 habitantes, sin contar con una población flotante profesional que cubre las necesidades del producto turístico, además de los millones de turistas que visitan y pernoctan en la ciudad, algunos de los cuales son de temporada.
Hoy en día el horizonte lo marcan los modernos y altos edificios de apartamentos, recordándonos a un New York en el Mediterráneo. La ciudad se eleva sobre sus arenas, con decenas y decenas de edificios que superan los 20 pisos de altura, los 30, los cuarenta y los cincuenta en alguna ocasión marcando el techo construido de todo el territorio valenciano: torre Dos Calas, Gemelos 22, Playa Azul, Berni Beach, torre Soinsa, torre Levante, edificio Cronos, Neguri Cane, torre Lugano, el Hotel Bali, Residencial in Tempo… Atalayas habitadas por turistas que hacen de Benidorm una ciudad, un castillo, de las mil torres y la mayor concentración de rascacielos del país. Una solución urbanística que optó por una ciudad vertical para resolver los problemas de aumento de población y economía del espacio.
La ciudad dispone de gran cantidad de hoteles, restaurantes, tascas, discotecas, lugares de ocio, culturales… Al mismo tiempo en su entorno han surgido diversos servicios lúdicos, parques temáticos, espacios para animales… como complemento de la oferta turística: Terra Mítica, Terra Natura, Aqualandia, Mundomar, Aqua Natura.Un sinfín de servicios que hacen la estancia del turista agradable y aportan la riqueza de Benidorm y hacen que la ciudad esté “viva” los doce meses del año.
Hoy en día las posibilidades de extensión urbanística está llegando a una situación límite, si no se quiere un ya exceso de concentración poblacional, con todos los peligros que ello conlleva de necesidades de energía, agua, sevicios… y de alteración o desequilbrio del paisaje. La sostenibilidad será la clave para que Benidorm continúe siendo un destino preferido por los turistas, que no olvidemos buscan una calidad en los servicios y en el entorno.
El paisaje de Benidorm es el mar, es la bahía, la playa, las montañas que lo protegen, la próxima Serra Gelada, y también cómo no los rascacielos, la abigarrada y elevada ciudad. Es la apuesta por la creación de riqueza, por un urbanismo en altura, por la conformación de un perfil y un paisaje inseparable entre la tierra, el mar y el trabajo del ser humano. Y ese horizonte, con sus rascacielos junto al mar, en el centro de la bahía sobre el azul mediterráneo se ha convertido en una estampa, en un imagen de un modelo de turismo. Uno de las primeros destinos turísticos del mundo.
Josep Montesinos
Departament d’Història de l’Art
Universitat de València
Miguel Antequera Fernández
Departamento de Geografía
Universitat de València
Sylvia Plath (Un desconocido Benidorm de los años cincuenta).
“pero siempre sacará a la luz
el descarnado bajío de roca que resguarda
la bahía azul de la ciudad
de la brutal e incesante embestida del mar.
Manchada por las gaviotas, una cabaña de piedra
expone su dintel bajo la corrosiva intemperie,
por el saliente de roca ocre
las cabras de tupido pelaje deambulan
torpes, morosas, lamiendo la sal del mar”
Spinelli, e. et alii (2009). Interacciones, Cendage Learning, Boston.
“Sale el sol y Benidorm se despierta de una noche que no ha tenido fin. Las playas están tranquilas, ordenadas con sombrillas de personas que ya han bajado hasta la orilla del mar para obtener sitio, que al mediodía será imposible encontrar. Es uno de los centros turísticos más importantes. Está a dos horas del resto de Europa, es cosmopolita y segura en todos los aspectos”
Joaquim Torres (2000). No t’estavellis en el camí. Vagabund il·lustrat.
“¿Per què, per a mi, Benidorm és la ciutat utópica? Doncs, en primer lloc, perquè no hi ha pràcticament obstacle entre l’urbs i la mar- que a diferencia del que succeeix arreu, a Alacant, sense anar més lluny-. Els qui hi despleguen vacances són majoritàriament, somrients perquè no están capticats ni pel treball ni per mansa preocupacions monetàries…”
ALMIÑANA OROZCO, P. (2004).
Benidorm, València, Acadèmia Valenciana de la Llengua.
Archivo Municipal de Benidorm
Balneario Virgen del Sufragio, folleto, Alicante, Impr. J. Esplà, 1870.
ESTEBAN CHAPAPRÍA, V. (1995).
“El sistema dunar plio-cuaternario entre las bahías de Altea y Benidorm (sierra helada, Alicante), 3ª Reuniâo do Quaternario Ibérico, Coimbra 27 setembre a 1 outubro de 1993, pp. 211-246.
MIRÓ, G. (1970).
Años y leguas, Madrid.
MONFORT MIR, V. M. (1999).
Competividad y factores críticos de éxito en los destinos turísticos mediterráneos: Benidorm y Peñíscola, Tesis doctoral, Universitat de València. http://www.cervantesvirtual.com consultada en marzo de 2010.
PLATH, S. (2008).
Poesía completa, trad. y anotaciones Xoán Abeleira, Bartleby. Madrid.
SOLER CARNICER, J. (2008).
Benidorm, Everest.
VALOR i SERRA, J. (1959).
Narracions alacantines de muntanya i voramar, València.