Paisajes habitados

Ares del Maestrat

Un bastión del Maestrazgo

Ares permite vistas paisajísticas tan amplias que Cavanilles se detuvo “aquí un tanto para varias observaciones”, a partir de las cuales le brotaron “grandes ideas” sobre la naturaleza y el arte de estos entornos. Este valioso observatorio para atalayar los desiertos del Maestrazgo se emplaza en un pronunciado escalón que también es límite natural. Visto desde abajo, desde el fondo del valle, la amplia solana de Ares – al abrigo de las elevadas muelas del Vilar y de Ares que dominan el coll o puerto de Ares -, parece el graderío de un abrupto anfiteatro de austera plasticidad: la superposición de estratos rocosos horizontales duros y blandos, alternantes entre franjas de masas vegetales y rocosas dan cierta regularidad a las tonalidades verdes y pardas de la solana.

Lo áspero y lo destemplado de aquellas alturas no convida á establecerse, y la poca sustancia de los campos… apenas produce el pan que necesitan los vecinos de Ares” (A. J. Cavanilles). El criterio dominante en la organización de este territorio no fue el productivo, sino el defensivo. Al igual que Morella, Culla y otros castillos del norte valenciano, grandes moles rocosas “de coronamiento romo y achatado”, otorgan a Ares la condición de bastión y atalaya. Durante las guerras esta solana ha sido un disputado escenario. Pero al mismo tiempo, el gran anfiteatro ha sido y es un espacio rural habitado y explotado con criterios productivos. Allí se visualiza el alcance de la construcción de bancales, la ordenación de espacios agropastoriles o el trazado y mantenimiento de caminos. Desde la atalaya la mirada alcanza masías, graderíos cultivados, vías ganaderas, diversidad de nichos ecológicos y aprovechamientos rurales. Como tantos espacios mediterráneos, la tierra de Ares ha sido y es polifuncional, una característica confirmada por la mezcla de tantos elementos naturales y construidos en sus variados mosaicos paisajísticos.

Desde el contrafuerte rocoso, el bastión de Ares domina los campos, los prados y el monte; protege las masías de las cuatro partidas (denes); vigila el antiguo camino de Valencia a Morella (por el barranc de l’Empriu) y, sobre todo, el de Aragón (por el puerto de Ares). El sitio, estructurado alrededor de una pequeña muela o cerro testigo, comprende el castillo, la villa medieval (de la que se conserva la casa municipal con la cárcel y la lonja; el campanario, etc.), y los arrabales. Las reparaciones posteriores a la Guerra de Sucesión renovaron la villa (nueva iglesia, nuevas casas, etc.) y los arrabales (plaza Mayor). A lo largo de los siglos XVIII y XIX, el núcleo urbano duplicó su extensión, una expansión que supuso la remodelación de la balsa, las antiguas eras y los corrales. El castillo de Ares fue muy disputado durante las guerras carlistas. También en mayo de 1938 la población fue bombardeada por la legión Cóndor.

A su vez el núcleo urbano está al abrigo de la muela de Ares (1318 m), una sobresaliente estructura tabular limitada por cantiles calcáreos verticales (cingles) y agudos taludes margocalizos. “La llanura o esplanada de la muela está toda inculta, y se reserva para el pasto de las caballerías de los vecinos… Es rico en vegetales este monte. Sobre la muela crecen muchos arbustos como el texo, el acebo, el espino albar, el viburno comun, el cornillo y el mostellar; se halla con freqüencia el ramno humilde pegado siempre á las peñas, los tomillos comun y piperela, la algedrea de monte…” (A. J. Cavanilles). En la misma muela se levanta el vértice geodésico, denominado Molló dels Soldats porque se utilizó en la campaña de triangulación, dirigida primero por Mechain y después por Aragó, durante los trabajos de medición del meridiano de París.

En la solana de Ares, fluyen surgencias intermitentes (ullals) y permanentes (font dels Regatxols, fuente reformada de la balsa urbana, etc.), vinculadas a la descarga subterránea de la muela. Al este de la villa estos flujos – represados y canalizados – permitían el funcionamiento de cinco molinos hidráulicos en cadena a lo largo del barranc dels Molins de la cabecera de la rambla Carbonera. También los molinos y sus instalaciones complementarias se construyeron en el siglo XVIII. Ahora el conjunto hidráulico es un bien de interés cultural (BIC) en la categoría de espacio etnológico que también incluye su entorno paisajístico (barranco, laderas, terrazas, caminos, etc.).

En síntesis, el paisaje de Ares – visto desde el fondo del valle o desde la cumbre de la muela – es un grandioso anfiteatro donde se funden con destreza el potencial ecológico y la transformación colectiva de la naturaleza. Un paisaje áspero, pétreo, cargado de herencias patrimoniales, y expresivo de la gran crisis de un modelo agropecuario secular que no halló reemplazo en su momento por otro que asegurase la regeneración socioeconómica de Ares. Pero ahora Ares intenta aprovechar las nuevas tendencias sociales y económicas -entre ellas, las ligadas a la actividad turística y de servicios- para salir de un largo abandono con la puesta en valor de sus valiosos recursos. Por ello la protección de las calidades del paisaje de este espectacular bastión del Maestrazgo constituye una firme apuesta de futuro.

 

Joan F. Mateu
Departament de Geografia
Universitat de València

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Fotos

Vista aérea de Ares del Maestrat (foto ESTEPA).Vegetación en Ares del Maestrat (foto Adela Talavera).Bancales abancalados en Ares del Maestrat (foto Adela Talavera).Ares del Maestrat (foto Adela Talavera).Piedra seca en Ares del Maestrat (foto Adela Talavera).

Mapas

Citas

Martín de Viciana (1564). Crónica de la ínclita y coronada ciudad de Valencia. Tercera parte.

“En el término de Ares en una tierra muy alta ay un campo que le nombran la Muela. Y esta alderedor con las peñas desgajadas de tal manera que no se puede entrar en el campo sino por un solo portillo, y aquel portillo los de Ares tienen cerrado”.

A. J. Cavanilles (1795-97). Observaciones sobre el Reyno de Valencia, I, 77-78.

“Lo aspero y lo destemplado de aquellas alturas no convida á establecerse, ni la poca sustancia de los campos, que para dar fruto deben descansar un año, produciendo apénas el pan que necesitan los vecinos de Ares. Se halla la villa en el boquete que dexan la muela y el castillo; las calles estan en cuesta, y las casas en anfiteatro, algunas mirando al norte, y las más al mediodia…
Estan aquí los campos en anfiteatro, y forman gradas que baxan desde una altura considerable hasta los barrancos. Son casi esteriles los más altos, mejorando la condición los inferiores… también són más abrigados”.

Joaquim Garcia Girona (1920). Seidia, 49.

“Ja mou per les solanes amunt la host
amunt per la gran costa plena d’horrors:
peany aspre de tormos i esgallats troncs,
tot entrepits, surcatxos i sorrat bosc;
a esquerra, tallats cingles, a dreta el clot
O barrancada d’Ares, clot de la mort.
Amunt de tot ¡oh ràbia! l’empinat Coll,
la Mola allà als nuvols, i el castellot”.

B. Pérez Galdós (1899). La campaña del Maestrazgo, 197.

“Ares, el riñón del Maestrazgo”

P. E. Barreda (2006). Crònica documentada d’Ares, I, 30.

“Castell i vila d’Ares: Les característiques orogràfiques han permés que el castell tinga, a més de la cova, dos cercles o cingles concèntrics que es van usar de barbacana i assentament del nucli urbà. El primer dóna accés a la cova i a més, hi ha els carrers del Cano i del Campanar, mentre que al segón cingle s’assenta la major part de la vila, amb el carrer del Forn (I l’afegit de les Roques) a la banda nord, i el de l’Abadia (I l’afeigt d’En Violeta) a la sud”.

J. Fuster (1962). El País Valenciano, 301.

“La implacable adustez del paisaje se prosigue. Y en Ares, precisamente, presenta una de las muelas más vigorosas, fornidas e impresionantes de este territorio...el pueblo se achata sobre un pequeño cerro de laderas labradas”.

Bibliografía

BARREDA, P. E. (2006).

Crònica documentada d’Ares, Castelló, Ajuntament d’ Ares, 2 vols.

CAVANILLES, A. J. (1795-1797).

Observaciones sobre la historia natural, geografia, agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia, Madrid, Imprenta Real, 2 vols.

MUÑOZ BADIA, R. (2009).

Ares. Rutas y prehistoria, Vinaròs, Antinea, 214 pp.