Paisajes industriales y de servicios

Las salinas de Villagordo del Cabriel

Un patrimonio de interior tan espectacular como desconocido

La sal es un producto indispensable para la vida. Cuando hablamos de sal, de sal común o cloruro sódico rápidamente pensamos en las montañas de sal acumulada en las imponentes instalaciones ubicadas en las proximidades del mar. Nadie ignora la salinidad del agua marina y su potencialidad como fuente para la obtención del blanco producto. Sin embargo, en el interior del continente es posible obtener sal; asociado a un tipo de litología que incorpora depósitos de sal, las comunidades humanas alejadas de la costa supieron aprovechar este recurso, a partir del uso de la halita y de los manantiales salobres.

En este sentido, un tipo de explotación salinera, a diferencia de las salinas litorales, son las salinas continentales. Este modelo singular de explotación se basa en la optimización de las aguas salobres, a partir de un sistema de extracción y conducción del agua, de incremento de la concentración de salinidad en balsas al aire libre y su evaporación en unas plataformas o eras, sobre las que cristaliza la sal. La instalación destinada a la obtención de sal en las áreas de interior se convierte pues, en un conjunto arquitectónico e ingenieril, destinado a la producción pero que genera unos paisajes culturales de notable interés.

 

Características generales de las salinas de Villargordo del Cabriel

Las salinas de Villargordo del Cabriel, también denominadas salinas del Pajazo, se localizan en el extremo más occidental de la provincia de Valencia, muy próximas al embalse de Contreras, que actúa de límite con la provincia de Cuenca. A unos dos kilómetros al noroeste del casco urbano de Villargordo del Cabriel, en el lecho de uno de los barrancos que conforman la rambla de Canalejas, se conservan perfectamente integradas en el paisaje, buena parte de las instalaciones que formaron esta singular explotación salinera.

Las salinas de Villargordo del Cabriel son el ejemplo de instalación salinera más representativa, de todos los que perduran en el interior de la Comunitat Valenciana. A diferencia de otras instalaciones de interior, su funcionamiento hasta las últimas décadas del siglo XX, ha ralentizado el proceso de deterioro, del que desafortunadamente no está exenta. Son una excelente manifestación territorial, patrimonial y paisajística de un tipo de técnicas, actualmente en desuso, que se basaban en la producción de sal a partir de la evaporación de aguas salobres procedentes de un manantial.

 

Oro blanco entre los yesos rojos y margas del Keuper

El paisaje en el que se ubican las salinas, tanto por las características climáticas como geológicas del área, posee un carácter estepario y semiárido. El sector climático donde se sitúan estas salinas corresponde, según Clavero Paricio (1994) al Mediterráneo Central Occidental (tipo H), el cual se caracteriza por ser de tipo semiárido. Las precipitaciones medias anuales se hallan en torno a los 380 mm, repartidas durante todo el año, exceptuando los meses de verano. Otro rasgo climático son las elevadas temperaturas medias durante los meses estivales, lo que favorece el proceso de producción de la sal. Su alejamiento del mar se traduce en continentalidad y elevada amplitud térmica.

La vegetación en torno a las salinas y barrancos próximos está constituida por un matorral arbolado y en ocasiones muy degradado, con especies adaptadas al tipo de litología y suelo. Destacan los pinos carrascos (Pinus halepensis), las sabinas (Juniperus thurifera), los enebros (Juniperus oxycedrus), la albaida (Antyllis cytisoides) y el esparto (Stipa tenacissima). Allí donde las formaciones arbustivas están más degradadas aparece un herbazal, que deja al descubierto el suelo y roquedo, exponiéndolos a los agentes erosivos. A pesar de la degradación de la cubierta vegetal, el paisaje en torno a las salinas posee interés desde un punto de vista geomorfológico. La erosión diferencial, que provocan las escorrentías de tipo torrencial, actúa sobre un terreno con materiales yesíferos y margosos, generando un paisaje de cárcavas y resaltes de los estratos más resistentes, en los que se combinan los llamativos colores rojos, blancos y verdes de los yesos y de las margas.

 

El paso de salmuera a sal. La arquitectura salinera

Las aguas salobres que abastecen a la instalación salinera tienen su origen en el contacto entre los materiales permeables del Mioceno, que rellenan todo el altiplano de Villargordo del Cabriel, y los materiales impermeables del Keuper, los cuales cuentan con sales en su composición. Cuando las aguas subterráneas alcanzan un estrato de material menos permeable como los yesos y margas del Keuper, éstas dejan de percolar y se desplazan lateralmente disolviendo en su contacto las sales del subsuelo. Cuando el terreno experimenta una ruptura de pendiente, las aguas subterráneas cargadas de sal salen a la superficie en una fuente o manantial.

La funcionalidad de unas salinas explica la arquitectura sencilla pero extremadamente práctica de cada uno de sus componentes. El valor de la arquitectura salinera estriba en el conjunto de sus elementos, dependientes los unos de los otros. El agua captada se va almacenando durante el invierno en grandes estanques denominados, calentadores, donde por acción de la radiación se produce una lenta evaporación y por tanto concentración de la sal en el agua. Unos hechos a base de troncos de madera ahuecados, conducen las aguas hasta las balsas cristalizadoras, también denominadas eras o piletas de cristalización.

Las piletas de cristalización forman grupos. Éstos están subdivididos en pequeñas balsas o piletas rectangulares por las que, con los partidores y canales adecuados, se distribuye el agua según el interés de la producción (QUESADA, 1996). Conforme la sal se va cuajando en el fondo de las piletas, ésta debe ser removida para que no se agarre al suelo; esta tarea recibe el nombre de mover o quebrar la sal. Poco después de que haya finalizado el proceso de cristalización de la sal, ésta se recoge antes de que el agua se evapore totalmente; así se evita que la sal se endurezca en exceso. Mediante el uso de unos aperos construidos con ese fin denominados rastrillos y rodillos, es empujada y acumulada en uno de los bordes de la pileta. La sal es amontonada en el centro de la era o en unas zonas destinadas al secado que se encuentran junto a las piletas. Desde aquí la sal es trasladada hasta el almacén.

En las salinas de Villargordo las aguas eran captadas desde dos manantiales situados en la zona más alta de la instalación, uno sobre el mismo cauce de la rambla siendo sus aguas conducidas hasta el calentador, por medio de canales de madera, y otro junto a los mismos calentadores. Una vez que las aguas habían llenado los tres calentadores y ganado concentración, la salmuera pasaba por canales de madera hasta los cuerpos de piletas. El número de piletas total de la salina es de 106, distribuidas en 5 cuerpos escalonados según la topografía. Las piletas de cada cuerpo se separan entre sí por medio de tablones de madera. En la parte intermedia de la instalación, un cuarto calentador abastecía de salmuera a los dos últimos cuerpos de cristalización de la explotación. También existe en la salina una edificación junto a las piletas de cristalización, que servía de almacén. Éste presenta un importante deterioro en su estructura interna.

El proceso de producción de la sal duraba desde mayo hasta septiembre, aunque dependiendo de la meteorología del año podía extenderse hasta principios de noviembre. A principios de mayo se iniciaban las tareas de limpieza de la instalación, que normalmente solía quedar sucia con las lluvias invernales. A finales de junio o principios de julio se realizaba la primera extracción de sal. Con los aperos (rodillo, legonas y azadas) se rascaba la sal, intentando no coger agua, y se amontonaba en el centro de la pileta. Allí se dejaba durante unos días a que escurriera y se secase. Normalmente se hacían de tres a cuatro extracciones al año. La sal producida era de grano grueso. Los usos dados a ésta eran variados: alimentación, salazones, curtido de pieles e industrias. Las salinas abastecían a un mercado fundamentalmente comarcal, aunque también se vendía sal fuera de la comarca, e incluso en industrias de los alrededores de Valencia (IRANZO, 2005).

Las Salinas de Villargordo pertenecieron al Estado hasta el año 1871 que salieron a subasta pública. Las salinas estuvieron siete años fuera de uso porque nadie compraba los derechos de explotación. Finalmente, los ascendientes del actual propietario compraron los derechos y las salinas estuvieron funcionando hasta 1991. La competencia de la sal producida en las grandes explotaciones litorales provocó que la producción no fuera rentable en Villargordo, con lo que se abandonó la explotación en la década de los noventa.

 

Emilio Iranzo
Departament de Geografia
Universitat de València

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Fotos

Detalle de las eras de cristalización.

Mapas

Citas

José Altimir Bolva (1947). La sal en el mundo.

“La fabricación de la sal en una salina continental es un proceso artesanal, basado en la conjunción perfecta de cinco poderosos elementos: agua salobre, fuerza de la gravedad, insolación, vientos y tiempo”.

Kathia Hueso y Jesús Carrasco (2008). “Iniciativas de recuperación de salinas de interior en España” en A articulação do sal português aos circuitos mundiais; antigos e novos consumos, p. 321.

“Si definimos las salinas de interior como explotaciones de sal por evaporación solar que obtienen la salmuera de fuentes no marinas, podemos afirmar que constituyen un fenómeno exclusivamente ibérico dentro del continente europeo. A pesar de su rareza, las salinas de interior están desapareciendo a gran velocidad de la geografía española, debido al abandono del medio rural, la competencia de las salinas industriales y el desinterés de las autoridades e incluso de sus propietarios”.

Ambrosio Ibáñez (1787). En Relaciones geográficas, topográficas e históricas del reino de Valencia, de Vicente Castañeda.

“Que a la parte del Norte, distante a un quarto de legua de esta Villa ai unas salinas que producen una sal muy blanca y singular”.

Bibliografía

ALTIMIR, J. (1948-50).

La sal en el mundo, Madrid, Ediciones al servicio de la industria salinera.

IRANZO, E (2005).

Las salinas continentales de la provincia de Valencia. Aproximación al estudio de un elemento singular del patrimonio rural, Valencia, Ed. Departament de Geografia-Universitat de València. 252 p.

PÉREZ, A. (2002).

“Itinerario temático del patrimonio natural” en, El patrimonio artístico y natural del interior valenciano, Valencia, Ed. Engloba, 238 p.

QUESADA, T. (1996).

“Las salinas de interior de Andalucía Oriental: ensayo de tipología”, en II Coloquio de Historia y Medio Físico, Almería, Agricultura y regadío en Al-Andalus, 1996; pp. 317-333.