Paisajes litorales

Tabarca

La isla de los Genoveses

La isla de Tabarca, situada frente a las costas de Santa Pola, es la única habitada del territorio valenciano. Fue refugio de piratas en sus ataques a la costa valenciana; y el lugar elegido por el rey Carlos III, en el siglo XVIII, para asentar a los liberados cristianos de origen genovés, que habían habitado el tunecino lugar de Tabarka.

 

Una isla con historia

A tres millas del cabo de Santa Pola, en la provincia de Alicante, se alza sobre las aguas un afloramiento de la cordillera bética, muy plana en su superfície, llegando a una máxima elevación de 13 metros s.n.m. Es la isla de Tabarca, con una superficie de 43 ha. Es la más grande de las pocas islas valencianas, y la única habitada. En realidad es un pequeño archipiélago, pues a la isla principal la rodean una serie de islotes: la Galera, l’Escull Roig, l’Escull Negre, la Nau, la Cantera; éste último recibe dicho nombre pues fue la base para la obtención de la materia pétrea utilizada las construcciones de la isla.

La isla ha sido visitada y utilizada desde la Antigüedad, de lo que dan muestra los numerosos hallazgos submarinos en su entorno, pecios o barcos hundidos. Para los antiguos fue la isla Planesia.

El nombre de nuestra isla anteriormente era de Sant Pau, y también Illa Plana, siendo posteriormente Tabarca o Nova Tabarca. El topónimo procede del nombre de un lugar en la costa de Túnez: Tabarka. Próximo a la frontera con Argelia donde hay un islote unido a tierra por un istmo. La ciudad tunecina perteneció a Génova, y por tanto habitada por cristianos de esta república italiana. Población dedicada al mar, a la recolección del coral rojo fundamentalmente. En 1741 los tunecinos toman la ciudad, y posteriormente los argelinos. Hasta que en 1768 Carlos III la liberó y condujo a sus habitantes a Alicante y posteriormente a la isla que comentamos. La isla, hasta ese momento deshabitada, era lugar frecuentado por los piratas berberiscos en sus incursiones sobre la costa ibérica mediterránea. Ya desde el siglo XVI se habían elevado por toda la costa valenciana numerosas torres de vigía para identificar a las naves e incursiones piratas y proteger las poblaciones de la costa, como vemos en otro apartado de este libro. Tabarca, pues, desde el siglo XVIII formará parte de este sistema defensivo costero. Y el rey pone para su defensa a los valientes descendientes de genoveses que habían habitado la Tabarka tunecina. Aún se puede observar apellidos italianos en los actuales tabarquinos: Ruso, Chacopino, Parodi, Pianello…

 

Un lugar para ver, un espacio desde donde otear

Efectivamente, la isla muy próxima a la costa, recorta su silueta sobre el horizonte marino, y a la vez desde ella se puede admirar una vista inédita la costa valenciana.

No dispone de mucha fauna terrestre: eslizón ibérico o lluenta y alguna culebra. Las aves marinas que anidan, visitan o viven en la isla son abundantes: la gaviota de Adouin, la gaviota reidora, la gaviota patiamarilla, l’escaraet poco abundante, el vencejo común y el pálido, la cogujada común y el gorrión.

Su flora está condicionada por la insularidad, la salinidad, la climatología mediterránea, su poca pluviosidad, los efectos del mar… Entre su flora principal encontramos el cambrón (Lycium intricatum), la paternostrera (Withania frutescens), la esparraguera blanca (Asparagus albus), y un endemismo que solo se da en territorio valenciano L. furfuraceum. También la escarchada (Mesembryanthernum crhystallinum), la sosa fina (Suaeda fruticosa), caps blancs (Lobularia maritima), y chumberas (Opuntia ficus-indica).

Pero lo más característico, y una planta endémica a conservar, son las praderas de Posidonia oceánica. Constituyen un elemento clave en el medioambiente de las islas, pues son refugio, alimento de los peces y erizos de mar, además de productora de oxígeno. Pero es que, por si fuera poco lo anterior, estas masas vegetales evitan el exceso de erosión marina que producen las olas sobre la costa. Estas praderas son fundamentales para nuestro litoral, pero están en regresión por diversas razones: la contaminación del agua, la pesca de arrastre, el exceso de embarcaciones turísticas, la cada vez más abundante construcción sobre nuestra línea de costa (puertos, escolleras).

En los alrededores marinos de la isla vive una rica fauna: morenas, meros, langostas, obladas, vidriadas, sargos, doradas, salpas, besugos, pagres, pageles, chopas, barracuda, pez ballesta, salmonete de roca… y el raro pez volador, u oroneta.

La pesca, junto el turismo es la principal actividad de la isla. Sus ricos fondos marinos proveen de importantes y variadas capturas. Los pescadores de Tabarca emplean artes específicas como las morunas grossa y la xirretera. La pesca del atún fue una de las actividades principales de la isla, la Almadrava de Tabarca fue la última que desapareció en 1960.

Fue declarada Reserva Marina en 1986. En 1994 la Ley de Espacios Naturales confirmó a la isla y el entorno marítimo de Tabarca, de 1400 ha, como ese magnífico legado que debemos conservar. Se prohíbe la pesca submarina, que había depredado los fondos marinos, se controla el fondeo de embarcaciones

Hoy en día conserva su recinto amurallado, obra del ingeniero militar Méndez de Ras, finalizadas las obras en 1775. El recinto tiene tres puertas: la de San Miguel, la de San Rafael y la de San Gabriel al Oeste junto a la cantera. Sobre esta última la inscripción que marca la autoría de la fortificación: Carolus III Hispaniarium Rex. Fecit Edificavit. Todo un bien conservado conjunto histórico-arquitectónico con muros y baluartes que la protegen, y en el interior la iglesia de San Pedro y de San Pablo, también fortificada, y la Casa del Gobernador; exteriormente se alza la torre de San José. El conjunto fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1964.

Pero no hay una Tabarca, sino varias a lo largo del año, la luz solar, la vegetación aunque escasa de su suelo, la actividad en la isla, hacen que el paisaje cambie y en cada estación podamos vivir la isla de una manera diferente, como bien observamos en palabras del escritor Manuel Vicent “La isla de Tabarca deshabitada bajo el sol de enero, exhibía el perfil de su iglesia y de sus murallas emergiendo del mar cuando ayer, en vísperas de san Antonio Abad, patrón de los animales navegué hasta allí desde Santa Pola…. Debido a las lluvia de otoño que este año han sido generosas, Tabarca tenía ahora una tonalidad verdosa instalada en el musgo de sus roquedas y en el leve pasto brotado por la parte de Oriente, muy alejada de ese fulgor mineral que le da el terror del verano, el sonido de las chicharras y el sudor de los turistas… En invierno apenas quedan cinco familias de pescadores…” (El País, domingo 18 de enero de 1998).

Porque Tabarca también ha sido, y es, un lugar en la memoria paisajística valenciana. Una singularidad remarcada por nuestros poetas. Veamos un fragmento de una carta de nuestro gran poeta oriolano Miguel Hernández al literato murciano Juan Guerrero Ruiz respecto a la organización de una visita de Pablo Neruda a la isla, hecho que al final no pudo ser: “Mire: yo quisiera llevar para agosto a Pablo Neruda a ver lo mejor de nuestras tierras… Quiero saber si podría residir en la isla de Tabarca… a él agradaría un lugar donde el mar no se encontrara con arenas al ir a la tierra, donde el agua tuviese más grandeza…”.

Los valores paisajísticos, medioambientales, el patrimonio histórico-artístico, las formas de vida y trabajo de los tabarquinos, todo un hito de nuestra cultura.

 

Josep Montesinos
Departament d’Història de l’Art
Universitat de València

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Fotos

Tabarca (foto Miguel Lorenzo).Vista aérea de la isla de Tabarca (foto de ESTEPA).Calles de Tabarca (foto Miguel Lorenzo).Faro de Tabarca (foto Miguel Lorenzo).Chumberas y torre de San José (foto Miguel Lorenzo).Detalle de la Casa del Campo (foto Miguel Lorenzo).Casa del Campo (foto Miguel Lorenzo).Torre de San José y al fondo la iglesia. (foto Miguel Lorenzo).Faro de Tabarca (foto Miguel Lorenzo).Tabarca (foto Miguel Lorenzo).

Mapas

Citas

Gaspar Escolano. Libro Qvarto de la Decada Primera de la Historia de Valencia, Cap. VIII.

“ … la isla de Santa Pola, puesta entre Alicante y el puerto nuevo de Elche, a los ojos de los dos puertos, hoy en dia se llama por otro nombre la Isla Planesa, por la llanura que tiene como arriba se dixo; que es tanta que combida a los amigos de caça de conejos, passen a ella en barcos, por los muchos que engendra, y por ser tan tratable y llana. El nombre que agora tiene de Santa Pola, si es de tiempos de Gentiles, ha quedado corrompido de Apolonis insula, que quiere decir, Isla del dios Apolonis… Quando le tenga tiempo de Christianos, le devio quedar de alguna hermita de San Pablo, o Santa Paula, que allí havia; a quine en lengua Valenciana antigua llamavan S. Polo y Santa Pola.. las muchas calas al Levante, donde se arriman los corsarios ”.

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