Paisajes simbólicos

L’Horta de València

El jardín cultural mediterráneo, en transformación

Es l’Horta de València el paisaje que envuelve a la ciudad y al rosario de municipios que, desde Sagunt a Picassent, conforman el área metropolitana de Valencia. Es la huerta un paisaje cultural, histórico, en cuya arquitectura han intervenido naturaleza, pero sobre todo el saber de los distintos grupos humanos que poblaron la llanura aluvial del Turia. L’Horta de València ocupa el llano litoral de la depresión central valenciana. Un espacio central y estratégico por la multiplicidad de actividades socioeconómicas que aquí se desarrollan, vinculadas a la dinámica urbana de Valencia.

L’Horta de València nace con la ciudad; no se pueden entender la una sin la otra. Es la huerta la tierra de cultivo de Valencia y pueblos aledaños, cuya estructura se ha ido configurando paulatinamente, conforme aumentaba su superficie como área de producción de alimentos, de práctica de actividades artesanales (productos derivados del cáñamo o las plantaciones de moreras para la cría de gusanos de seda) o en la actualidad, como espacio de agricultura comercial con funciones ambientales, patrimoniales y recreativas. Sin embargo, en este espacio singular, cargado de valores ecológicos, culturales y escénicos, la dinámica metropolitana ha puesto en peligro su conservación. Estamos ante una configuración compleja, donde los usos tradicionales de la huerta entran en conflicto con los procesos de urbanización vinculados al área metropolitana de Valencia (HERMOSILLA, 2007).

 

El medio físico de l’Horta

L’Horta de València es un producto cultural, fruto del trabajo secular de la sociedad valenciana, que ha ido evolucionando haciendo evolucionar también a su paisaje próximo. Tiene por tanto su origen en el poblamiento de la llanura litoral, en la fundación de la urbe valentina y en la articulación del sistema de regadío, a partir de las aguas de manantiales y del río Turia. Pero este constructo humano cuenta con unas bases físicas, que por supuesto son esenciales en la conformación de su paisaje irrigado.

Entre los factores explicativos de la configuración de l’Horta de València tenemos los importantes recursos hidrológicos, geomorfológicos, edáficos y climáticos de la llanura aluvial valenciana (CARMONA Y RUIZ, 2007). L’Horta se ubica en el sector central de la “depresión valenciana”, en el extremo suroriental de la zona levantina de la Cordillera Ibérica. Se trata de un espacio de carácter sedimentario, donde los materiales neógenos han cubierto las estructuras mesozoicas; y la tectónica de finales de la orogenia alpina, caracterizada por unos procesos compresivos y distensivos que generan fallas normales, da lugar a una depresión en la que se acumulan depósitos cuaternarios de tipo fluvial, deltaico y albufereño.

Ocupa l’Horta un espacio aluvial abierto hacia el mar Mediterráneo, que se adosa al anfiteatro escalonado conformado por relieves ibéricos (ROSSELLÓ, 2002). Las escorrentías y cursos de agua han modelado el llano litoral e incluso con sus aportes sedimentarios han cerrado y colmatado la Albufera y marjales costeras. De oeste a este, la topografía se torna cada vez más horizontal. Los relieves mesozoicos y terciarios que actúan de balcón de l’Horta, conectan a modo de rampa con el llano, mediante un extenso glacis compuesto por arcillas rojas, nódulos y materiales detríticos. Sobre este glacis el río Turia, el barranc del Carraixet, el barranc del Poyo-Torrent y el de Picassent han construido abanicos aluviales pleistocenos, al tiempo que se encajan en sus propios sedimentos. Antes de alcanzar l’Horta, el río Turia ha conseguido abrir un pequeño valle y discurre confinado entre terrazas fluviales. Aguas abajo de Mislata, las terrazas quedan cubiertas por el abanico y el llano de inundación del río, el cual se extiende hacia la costa.

Es aquí, sobre los llanos de inundación del Turia principalmente, pero del Carraixet y del Poyo también, donde la acumulación de depósitos holocenos ha propiciado la conformación de L’Horta. La disponibilidad de agua perenne y el potencial edáfico, con suelos pardo-rojizos, fluvisoles y gleisoles, especialmente fértiles en el caso de los fluvisoles, posibilitaron el desarrollo de una agricultura de regadío. El río Turia es el responsable de los máximos y regulares aportes hídricos, con un caudal al llegar a Manises de 15 m3/s (ROSSELLÓ, 2002). La climatología es otro de los factores clave en la configuración del paisaje de l’Horta. Sus características han posibilitado la práctica de una agricultura intensiva, con más de tres cosechas anuales. El clima es de tipo mediterráneo, irregular en sus precipitaciones. Se produce un máximo otoñal y una sequía estival muy acusada, que justifica la necesidad de idear un sistema de irrigación que supla la escasez de agua de lluvia. Las precipitaciones registradas fluctúan entre los 400 mm en la zona septentrional y algo más de 500 mm en la meridional, manifestándose la especificidad mediterránea en el carácter torrencial.

El régimen de temperaturas ejerce un notable papel en el número de cosechas anuales y en la productividad de L’Horta. Las temperaturas medias anuales se sitúan en torno a los 17oC. La proximidad del mar propicia altos valores de humedad ambiental, lo que modula la amplitud térmica diaria y anual en el área. Los meses más calurosos, en los que se alcanzan valores máximos de 30oC, coinciden con el periodo de sequía, que puede prolongarse hasta cinco meses. Esto explica la necesidad de domesticar las aguas fluviales para el riego. La construcción de la red de acequias ha asegurado el abastecimiento hídrico de los campos y de los asentamientos de población, que conforman el paisaje rural de l’Horta de València.

 

El origen e historia de l’Horta de València

L’Horta de Valencia empezó a ser huerta, como espacio de producción agrícola y como paisaje, en el momento de fundación de la ciudad de Valencia y con la construcción de la red de canales y acequias para el riego (GONZÁLEZ, 2007). Su territorio es consecuencia de acontecimientos históricos y de procesos de integración económica y concertación social, que han acaecido a lo largo de los siglos. No es la de Valencia la única huerta histórica, paisaje agrícola de regadío y modelo de paisaje rural tradicional que se repite en la cuenca mediterránea; pero sí la más importante, compleja y significativa por su historia y valores propios y otorgados. Una huerta es un concepto histórico, que hace referencia a un espacio agrícola organizado a partir de un sistema de riego que lo articula.

L’Horta es un producto cultural con unas bases que se establecen tras la ocupación romana, pero que se concreta en la Edad Media con la expansión de la civilización musulmana y la constitución de al-Andalus. La organización de este espacio se basó en la ordenación del uso de las aguas, los derechos colectivos sobre ellas y la distribución proporcional entre sus regantes. Si la sociedad islámica instauró una organización con base tribal, tras la Reconquista cristiana y la implantación del sistema feudal se produjo un proceso de reestructuración morfológica y paisajística de l’Horta. Los sistemas de irrigación de la vega del Turia se ampliaron y se modificó la estructura político-social del área. La huerta cambió de propietarios; los pobladores musulmanes fueron sustituidos por colonos cristianos y varió la estructura de la propiedad. También se transformó la organización del poblamiento; aldeas-alquerías musulmanas se despoblaron y la población cristiana tendió a concentrarse en algunas de éstas.

En lo referente al tipo de agricultura practicada, cabe señalar que los cultivos fueron cambiando con el paso del tiempo, lo que también ha significado una evolución en el tipo de paisaje presente. La necesidad de obtener producciones más abundantes y rentables explica los cambios paisajísticos en l´Horta. Durante muchos siglos dominó el paisaje cerealícola, de campos abiertos y gran horizontalidad, acompañado de viñedos para una producción familiar. Por su parte, las hortalizas y forrajeras ocupaban un papel secundario, destinadas al autoconsumo y al ganado. Se introdujo el arroz en las zonas inundables y a partir del siglo XVI productos procedentes del “nuevo mundo”. Con la expansión de la cría del gusano de seda l’Horta experimentó un cambio paisajístico. El cultivo de la morera supuso el paso de un paisaje diáfano y horizontal, a un paisaje arbolado, continuamente verde y denso. En el siglo XIX las hortalizas y el arroz con carácter comercial adquieren protagonismo, mientras que en el siglo XX la expansión del naranjo y el retroceso de la superficie agraria, por la expansión urbano-industrial, marcarán el carácter actual de su paisaje.

El paisaje originado con el feudalismo perduró hasta el siglo XIX, momento en que los cambios políticos y sociales alcanzaron al mundo agrario y su paisaje. Es en este periodo, con las revoluciones burguesas y arranque del sistema capitalista cuando el paisaje de l’Horta empieza a alterarse apresuradamente, alcanzando a finales de siglo XX su momento culmen. El incremento en número y tamaño de las vías de comunicación ha fragmentado el espacio agrícola y la expansión de las superficies urbanas se ha producido sobre los campos de cultivo. El resultado es una huerta que pierde superficie y se desestructura económica, social y paisajísticamente. La historia muestra, por tanto que l’Horta de València es un paisaje en constante evolución, el cual nos ha ofrecido una escena agrícola distinta según el periodo analizado.

 

El patrimonio del agua de l’Horta: elementos estructurantes del paisaje

Aunque el sistema de regadío es el factor clave en la configuración del paisaje de l’Horta de València, existen otros componentes importantes en su articulación paisajística. L’Horta cuenta con elementos de tipo natural, de los que arriba hemos hablado, pero también con otros artificiales como son la red de acequias y canales, la estructura del parcelario agrícola con sus lindes, la red viaria formada por multitud de caminos históricos, que comunican los núcleos de población y dan acceso a las parcelas, y las construcciones y arquitectura, donde se combinan hábitat concentrado y disperso (alquerías y barracas).

Pero l’Horta es sobre todo un magnífico ejemplo de paisaje hidráulico, configurado a partir de la construcción de un sistema de captación, distribución y gestión social de las aguas del río Turia, manantiales y ullals. El regadío es el elemento definidor y vertebrador de l’Horta. Aquí se desarrolló un sistema producción agrícola basado en el aporte de agua, a partir de la construcción de una red de acequias. Sobre su origen se sigue investigando, pero los estudios indican que el sistema toma cierta estructura con la ocupación musulmana (MONTAÑANA, 2002). El sistema se organiza a partir de los nueve azudes situados en el último tramo del Turia, presas de derivación que dan origen a las acequias que forman parte del Tribunal de las Aguas (Quart, Tormos, Mislata, Mestalla, Favara, Rascanya y Rovella), además de la acequia de Montcada y la de l’Or.

Paulatinamente, la incorporación de nuevos canales de distribución de agua, como son el Canal de Riego del Turia, la Reial Séquia de Montcada y los sistemas de elevación de aguas subterráneas, han ampliado el perímetro regado y transformado en huertas espacios tradicionalmente ocupados por secanos.

La imagen de l’Horta no ha sido por tanto una fotografía fija. Es un paisaje que ha experimentado una constante evolución, con la introducción, transformación y desaparición continuada de elementos estructurantes del paisaje. Ha cambiado el paisaje, como han cambiado los cultivos, los sistemas de irrigación, los métodos de explotación agrícola, el tipo de asentamientos, la sociedad, el comercio y la concepción del uso del suelo (GALLUD Y DEL REY, 2002). Es l’Horta un espacio mutable, pero que mantiene unas estructuras claves (red de canales y acequias, espacios abiertos) que le otorgan un carácter y unos valores que deben ser conservados.

 

Los valores de l’Horta de Valencia

L’Horta de València es una configuración singular y de gran importancia pues reúne numerosos valores. Se trata de un espacio construido por la superposición de saberes y de modos de vida que han modelado su paisaje. Es L’horta una herencia; un patrimonio cultural y ambiental; un patrimonio paisajístico que se ha erigido en una imagen y seña de identidad de los valencianos, y ha sido capaz de despertar en parte de la ciudadanía del Área Metropolitana de Valencia un sentimiento de pertenencia. Vivir en el marco de l’Horta imprime identidad a sus moradores.

L’Horta de València conforma un valioso mosaico de parcelas, acequias, sistemas de gestión del agua, caminos, alquerías…
Precisamente su valor reside en que constituye uno de los seis últimos espacios de huertas históricas metropolitanas europeas. Tiene l’Horta un valor histórico, paisajístico y cultural. Un valor patrimonial arraigado en una cultura rural vinculada a la histórica gestión de las aguas de riego y a la producción agrícola. Pero también cuenta l’Horta con valores funcionales, pues ejerce una función articuladora del actual paisaje metropolitano, una función ambiental al convertirse en pulmón y canalizador de flujos de materia y energía, y una función recreativa y social pues proporciona espacios abiertos y verdes, libres de edificación, para el disfrute de los habitantes de Valencia. Todo ello sin olvidar la función productiva de l’Horta, que como espacio agrícola de gran aptitud, no debe renunciar al valor que ciertamente le dio origen.

En definitiva, l’Horta de València constituye un paisaje de gran interés ambiental, cultural y paisajístico. Un espacio abierto que rodea la ciudad y municipios circundantes, con enormes posibilidades, bien productivas como en sus orígenes o bien recreativas y contemplativas.

 

Los problemas y el futuro del paisaje de l’Horta

La sociedad valenciana tiene, en los albores del siglo XXI, un gran reto. Determinar el futuro de su huerta. El magnífico paisaje cultural que es l’Horta de València, resultado de una evolución histórica, está experimentando una acelerada y profunda transformación como resultado de la caída de los precios agrícolas, la competencia de productos procedentes del exterior, el bajo poder adquisitivo de los agricultores, la expansión de los procesos urbanos y en estrecha relación, la especulación en los precios del suelo (MIRALLES, 2006; HERMOSILLA, 2007). Este proceso arrancó con fuerza a mediados del siglo XX, acelerándose en las últimas décadas. Si en 1950 sólo había desaparecido un 10% de la huerta histórica, en el año 2006 se estimó que la desaparición ya alcanzaba el 30% (MUÑOZ, 2008).

“Hui la conversa sobre collites i reg, dels llauradors, sovint dóna pas a comentaris sobe expropiacions, actes previs d’ocupació, etc. Lentament l’Horta regada per la séquia de Montcada es redueix, no sols en superficie, amb també en la ment dels seus pobladors” (VICENT SALES, 1999).

Diversos son los problemas que han provocado la crisis del “sistema huerta”; destacan la ruptura del histórico equilibrio existente entre la urbe y el área rural y el alejamiento de las funciones simbióticas existentes. La crisis de las explotaciones agrícolas es otro de los problemas importantes, pues ha provocado la inestabilidad del sector, poniendo en peligro la continuidad de las prácticas agrícolas. A ello se une la falta de eficiencia del sistema de regadío y a la mala calidad de las aguas, contaminadas algunas de ellas por un sistema de colectores de la ciudad aún incompleto. Otra de las amenazas que afectan al paisaje de l’Horta es la proliferación de vías de comunicación e infraestructuras que han fragmentado el espacio, actuando en ocasiones de barrera visual. Por su parte, el abandono de la actividad agrícola y de los elementos del patrimonio del agua, junto a la proliferación de arquitecturas disonantes y vallas publicitarias está degradando el paisaje tradicional y afeando la escena.

La situación actual es compleja, pues el crecimiento acelerado del área metropolitana de Valencia podría provocar la desaparición de este paisaje excepcional con el que cuentan los valencianos. La urbanización ha de compatibilizarse con la pervivencia de l’Horta, patrimonio singular, no solo en España sino en Europa. Con la articulación de las recientes iniciativas legales (Ley 4/2004 de Ordenación del Territorio y Protección del Paisaje), políticas e instrumentos de paisaje, que emanan del Convenio Europeo del Paisaje del año 2000, se abren nuevas posibilidades para la conservación de l’Horta. El Plan de Acción Territorial de la Huerta de Valencia, como instrumento legal de paisaje, propone una organización territorial integral, que permita preservar los recursos históricos, culturales, productivos, ambientales y paisajísticos de l’Horta, con el objeto de mejorar la calidad de vida de sus habitantes, tanto rurales como urbanos, y de potenciar la sostenibilidad económica del sistema.

 

Jorge Hermosilla
Emilio Iranzo
Departament de Geografia
Universitat de València

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Fotos

Vista aérea de las parcelas agricolas de l’Horta (foto ESTEPA).Vista aérea de l’Horta Sud (foto Miquel Francés).Torno de riego (foto Miquel Francés).“Sequer” de calabazas (foto Miquel Francés).Huerta de coles en Alboraya (foto Miquel Francés).Monasterio de San Miguel de los Reyes (foto Miquel Francés).Huerta de Paiporta (foto Miquel Francés).Cosecha de cebollas (foto Miquel Francés).Labarador abonando las cebollas (foto Miquel Francés).

Mapas

Citas

Simó Santonja (1983).

[…] “la belleza de la huerta valenciana radica desde el punto de vista de la vida, en la belleza misma de esas plantas que pueblan nuestra tierra, y desde el punto de vista del cultivo en la sabiduría humana del hombre valenciano que las colocó allí. No cabe duda que un rosal puede ser más bello que un campo de naranjo o que un sembrado de huerta con lechugas, cebollas y cacahuetes, pero no cabe duda que la sabiduría y el esfuerzo del labrador valenciano puede resplandecer más”.

Azorín (1941). Valencia. Recuerdos autobiográficos.

“Al venir a la huerta de València, daba yo un salto del secano al regadío y otro salto más aventurado todavía: de lo agreste a lo intensamente cultivado… Todo está cultivado aquí. La cultura, una cultura intensa, perseverante me rodea. Si en la gran ciudad en la corte del refrán el anhelo humano está por doquier, en la huerta valenciana, el cortijo, ese anhelar constante se encuentra en el aire, en el agua y en la tierra […]”.

Joan Fuster (1983). Veure el País Valencià.

“Allò que el turista anirà veient per aquesta ruta en que l’he posat és una succesió ininterrompuda d’arbrat regular, repartida en quadrícules pels canalets de reg. Tot, ací, en aquesta camp, té aspecte endreçat y eficaç: Poques broses nocives en el sòl, nets els troncs, el brancatge a penes tocat de pols, els marges rectes i acunçats”.

“I sense aigua, ¿què seria dels llauradors valencians? Una terra sense aigua és pura misèria. I d’aigua, al País Valencià, n’hi ha poca, malgrat les aparences. Ací, a l’Horta, i en més comarques, l’aigua es comunal, i els agricultors se la reparteixen segons un ordre ancestral i vigilant”.

Bibliografía

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