Paisajes habitados
Su huerta y la chufa
El municipio de Alboraia se localiza en la llanura litoral valenciana, en el seno de l’Horta de València, uno de los paisajes culturales más importantes de la cuenca mediterránea. Geomorfológicamente, l’Horta está conformada por una llanura de tipo deltaico – albufereño, construida en este sector por los aportes sedimentarios del río Turia y del barranc de Carraixet. Pero ha sido el trabajo del ser humano a lo largo de la historia lo que ha transformado este llano en uno de los espacios valencianos más productivos, estéticos y simbólicos. La dinámica agrícola de la huerta ha sido cambiante en el tiempo. Progresivamente se ocupó el llano, se crearon los primeros drenajes, se abrieron las primeras acequias, se estructuró el parcelario, caminos y asentamientos y se ensayaron diferentes cultivos. Uno de ellos, introducido en la Edad Media por los musulmanes, es la chufa, que da personalidad al paisaje de l’Horta Nord y que sirve de materia prima para la elaboración de la horchata.
El área metropolitana de Valencia se corresponde en buena medida con las comarcas de l’Horta Nord, l’Horta Oest y l’Horta Sud. Aunque en la actualidad es un espacio geográfico multifuncional, en el que la agricultura ha perdido protagonismo desde el punto de vista económico en favor de procesos urbanos e industriales, ésta sigue siendo la base del paisaje de huerta. Se trata de un espacio de cultivos irrigados con un valor paisajístico internacionalmente reconocido, gracias al Informe Dobris (1998) de la Agencia Europea de Medio Ambiente, en el que se la considera como un referente de los paisajes de regadío histórico de la cuenca mediterránea, al tratarse de una de las seis huertas mediterráneas milenarias que perduran en toda Europa. Su paisaje actual es el resultado de los cambios acaecidos a lo largo de los siglos en su territorio; herencia de las cambiantes sociedades asentadas, las diversas actividades comerciales desarrollas y de los diversos avances agrícolas. Es en el seno de este espacio metropolitano de l’Horta Nord, donde l’Horta d’Alboraia queda definida fundamentalmente por los riegos de la acequia de Rascanya, que también riega los municipios de Tavernes Blanques y Almàssera.
En sentido estricto, la histórica Horta de València se ciñe al área comprendida dentro de los límites hídricos de las siete acequias del Tribunal de las Aguas de Valencia (Rovella, Favara, Mislata-Xirivella, el doblete de Quart y Benàgeber-Faitanar, Tormos, Rascanya y Mestalla), además de la Real Acequia de Montcada, añadiendo francos y marjales. Como paisaje de regadío, tiene sus orígenes en el siglo VIII, hace aproximadamente unos 1300 años, coincidiendo con la llegada de grupos tribales musulmanes a la Península Ibérica que se instalaron alrededor de la reducida ciudad episcopal romano-visigoda denominada Valentia. Varios historiadores atribuyen a estos colonizadores musulmanes inició del paisaje de l’Horta tal y como la concebimos hoy en día, mediante la construcción de los primeros sistemas hidráulicos, trama básica y primordial del paisaje de regadío, y la instauración de las primeras alquerías andalusíes. Esta arquitectura espacial constituida por los sistemas hidráulicos de origen medieval, contaban con puntos de captación (azudes) en el río Turia, entre Manises y Paterna.
Durante la época bajo-medieval cristiana l’Horta presentaba un paisaje predominantemente cerealístico, fundamentalmente de trigo y centeno, donde se cultivaban también viñas y reducidas superficies de hortalizas y frutales emplazadas en los márgenes de los campos y acequias. Pero a finales del siglo XV, empezó a presentar un paisaje de campos cerrados con poca horizontalidad, debido a un proceso de arborización, resultado de la introducción de la morera en los márgenes de las acequias y en las parcelas cultivadas. Este cambio de paisaje fue impulsado por un cambio económico en la capital valenciana, la cual se convirtió en un importante centro manufacturero de la seda. Sin embargo, este espacio vuelve a abrirse con la reaparición de los cultivos vegetales y cereales, promovidos por la crisis industrial de la seda y su posible exportación durante la segunda mitad del siglo XVIII (cambio comercial).
Las transformaciones en el paisaje de l’Horta han sido constantes en la historia debido a los cambios en el tipo de cultivo. A principios del siglo XIX, el arroz experimenta una expansión más allá del lago de la Albufera, y la introducción de nuevos productos procedentes de América como los tomates, pimientos, patatas, maíz, etc., favoreció la extinción de los cultivos de morera. La comercialización de la naranja también va a participar de este cambio paisajístico. Aunque producto ya conocido, la expansión de los cítricos en l’Horta de Valencia se produjo en las décadas de 1950 y 1960, con una localización bien marcada en las zonas altas de la acequia Real de Montcada, desde Burjassot hasta Puçol, que va ganando terreno. No obstante, en las zonas más cercanas a la ciudad de Valencia, y especialmente en l’Horta Nord donde se sitúa Alboraia, el cultivo no arbolado es predominante. En esta zona, aunque la diversidad de cultivos ya no es tan elevada y han desaparecidos muchas hortalizas clásicas, las zonas de Benimaclet a Alboraia, Meliana y hasta Albuixec, y también el entorno de los caminos de Montcada en Borbotó y Carpesa, y del camí vell de Godella son de los pocos ámbitos donde todavía se mantiene esa imagen de campos abiertos.
Como ya hemos dicho antes, unos de los elementos estructurantes del paisaje de l’Horta son los sistemas hidráulicos. Los que se han mantenido más estables en el tiempo son aquellos que irrigan el lado norte del río Turia: cuatro sistemas hidráulicos y cuatro comunas (Montcada, Tormos, Rascanya y Mestalla).
De estos cuatro canales de irrigación, la Séquia de Rascanya es la que aporta agua a los cultivos del término de Alboraia. En la actualidad, la Séquia de Rascanya toma su caudal de l’Assut del Repartiment, más conocido como “La Cassola”, per históricamente este sistema de riego captaba las aguas en un azud propio aguas abajo, destruido tras la riada de 1957. A la altura del Molí de Canyars, en el término de Tavernes Blanques, el caudal de la Séquia de Rascanya se reparte entre en dos canales. Desde este partidor, denominado “Llengües de Riquera o d’Alboraia-Almàssera” parte el Braç d’Alboraia, que nace en el canal derecho para tomar dirección Sureste cruzando el casco urbano de Tavernes Blanques, para salir a la luz fluyendo paralelo al Barranc del Carraixet en término de Alboraia, irrigando la partida de Els Desamparats, hasta finalizar en las lenguas de Miracle-Gaiato. De este último elemento hidráulico, el canal de la izquierda da lugar al “Braç del Gaiato” que continúa hacia el Norte del término y atraviesa el Barranc del Carraixet mediante un sifón, irrigando cultivos de Almàssera y la zona septentrional de Alboraia. El Braç del Miracle y sus derivaciones, riegan la superficie acotada al Norte por el Barranc del Carraixet y al Sur por la Séquia de la Mar, hasta la playa de Alboraia. Además de estructurar el paisaje agrícola de l’Horta d’Alboraia, la acequia de Rascanya alberga, distribuidos sobre su cajero o los de sus brazos, distintos elementos del patrimonio hidráulico como son los partidores o llengües, o los cuatro molinos harineros.
Por tanto, l’Horta d’Alboraia, totalmente integrada en l’Horta de València, presenta un paisaje agrario predominantemente herbáceo (un 97% de su superficie cultivada donde la chufa es ciertamente relevante), salpicado de antiguas alquerías, muchas de ellas restauradas para albergar otras actividades desligadas de la vivienda tradicional. Sus más de 500 hectáreas de suelo agrícola de regadío se encuentran divididas en dos grandes islas por el barranc del Carraixet y el polígono industrial (Camí del Mar). La zona septentrional recibe agua principalmente del Braç de Gaiato, mientras que los campos meridionales son irrigados principalmente por el Braç d’Alboraia, el Braç del Miracle y la Séquia del Palmar, que parten de la Séquia de la Font. Estos terrenos agrícolas no se encuentran visualmente conectados con el mar, sus vistas se encuentran obstaculizadas por construcciones urbanas e infraestructuras viarias, concretamente las vías del ferrocarril, la Autopista V-21, una zona comercial, una zona residencial turística denominada “Port Saplaya” y las edificaciones de la Patacona, todas ellas sobre terrenos ganados a la huerta a principios de los 70 y posteriormente durante principios del 2000.
Alboraia es de los municipios que conservan una mayor presencia de cultivos no arbolado, según datos del 2015, únicamente un 3% de sus terrenos cultivados acoge frutales. Estos últimos años, el cultivo herbáceo con mayor representación en el término ha sido la chufa. A pesar de que en los años 2014 y 2015 ha habido una notable expansión de cultivos de cebolla y patatas, asociados a una fuerte demanda comercial, el cultivo de la chufa sigue ocupando una superficie destacada. Este tubérculo ya invadía las tierras de Alboraia en el siglo XVIII, dato que recoge el gran botánico y naturalista valenciano, Antonio José Cavanilles y Palop, en sus Observaciones sobre la Historia Natural del Reyno de Valencia de 1795: “A dichos frutos se añade uno peculiar á los lugares de Almàssera y Alboraia, que es la juncia avellanada, llamada vulgarmente chufas, y por Linneo Cyperus esculentus. En los citados lugares de Almàssera y Alboraia se destinan á esta cosecha 180 hanegadas, que deben producir 750 reales. Las chufas están cubierta de una epidermis sutil entre ceniciento y roxo, son aovaladas, y más pequeñas que la avellana mondada; lo interior es sólido, blanco y algo dulce, que Laguna dice enxugar y confortar el estómago. El vulgo las come teniéndose ántes en agua doce horas: en Madrid y otras partes sirven para las orchatas que se venden con dicho nombre.”
La chufa conocida como la “chufa de Valencia” hace referencia a la especie Cyperus esculentus L. var. Sativus Boeck, llamada comúnmente juncia avellanada, cuyo procesamiento en sus distintas fases (plantación, lavado, secado y selección) es controlado por el Consejo Regulador de Denominación de Origen, con el fin de garantizar su calidad y su valor en el mercado. Se define como una planta vivaz con hojas de color verde oscuro, que pueden alcanzar los 80 a 100 cm de altura. Este vegetal produce unos tubérculos comestibles, que puede ser consumido en crudo o ser usados como materia prima en la producción de horchata.
El Cyperus esculentus crece de forma silvestre en zonas húmedas, porque se trata de una especie que necesita un frecuente aporte hídrico, de ahí la importancia del sistema de riego en la zona donde se cultiva. La fecha de plantación ha ido variando a lo largo de los años. Tradicionalmente se realizaba a principios de julio, después de la cosecha de trigo; pero actualmente, suele realizarse en mayo, abril o incluso en la segunda quincena de marzo, para incrementar la producción. Sus tubérculos se recolectan entre los meses de noviembre y enero, una vez que la parte aérea de la planta se ha secado completamente. En esta agricultura habitualmente se alterna el cultivo de chufa con otros cultivos hortícolas como patata temprana, alcachofa, col, cebolla “Babosa”, nabo, chirivía, carlota o lechuga, aunque es frecuente observar repeticiones del cultivo.
Prácticamente la totalidad de la superficie dedicada al cultivo de la chufa en España (?600 Ha) está situada en la provincia de Valencia, más concretamente en la comarca de l’Horta Nord. Las condiciones del terreno nivelación, ausencia de piedras, elevada humedad y alta temperatura que alcanzan los suelos favorecen el rendimiento de la chufa en esta comarca. Durante el año 2015, 18 municipios de l’Horta de València produjeron chufa, de los cuales el municipio de Valencia acogió alrededor de un 36% de la superficie dedicada a este cultivo (incluyendo las pedanías de Borbotó, Carpesa y Poble-Nou localizadas en l’Horta Nord), seguido de los términos de Alboraia con un 26% y de Almássera con un 11%. Pero hay que recordar que sólo la producción de 16 de estos municipios se encuentra regulada por la figura de Denominación de Origen Protegida Chufa de Valencia. Estos son: Albalat dels Sorells, Alboraia, Albuixech, Alfara del Patriarca, Almàssera, Bonrepòs i Mirambell, Burjassot, Foios, Godella, Meliana, Moncada, Paterna, Rocafort, Tavernes Blanques, València y Vinalesa.
Emilio Iranzo García
Departamento de Geografía
Universitat de València
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“A dichos frutos se añade uno peculiar a los lugares de Almásera y Alboraya, que es la juncia avellanada, llamada vulgarmente chufas, y por Linneo Cyperus Esculentus… Tiene las raíces fibrosas y roxizas, a las que están asidos muchos tubérculos, que son las chufas. Sus tallos son triangulares, lisos, sin hojas y de dos atres pies de altura, terminados por una especie de parasol, cuyos rayos desiguales sostienen las espiguitas angostas y doradas donde están las flores”.
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