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El Alt Maestrat, paisajes de la piedra en seco - Paisajes Turísticos ValencianosPaisajes Turísticos Valencianos

Paisajes y acciones estratégicas

El Alt Maestrat, paisajes de la piedra en seco

El páramo de Vilafranca. Un parque de piedra.

El paisaje de la piedra en seco ordenada es intrínseco a la geografía del montaraz noroeste valenciano, una geografía de andar, ver y conocer. Esta interesantísima y original manifestación cultural, es la expresión de formas de vida anteriores, marcadas por la climatología y la orografía de estas tierras de Els Ports, frías, hostiles y montañosas que para Vázquez Montalbán más que una comarca eran toda una dimensión. La necesidad de suelo agrícola hizo que durante siglos se extrajesen grandes cantidades de piedras que se dejaban en las proximidades del terreno transformado, buscando al mismo tiempo alguna utilidad. Con las piedras, el ingenio y las manos se alzaron en apenas 100 Km2 que alcanza el término de Vilafranca, más de 1000 Km lineales y discontinuos de parets, realmente una muralla, y más de 1500 casetes de pastor (entre 15 y 20.000 en toda la región), además de todo un complejo patrimonio de arquitectura rural popular (bancales, muros, azagadores, descansaderos, barracas, aljibes, caletxes, basses) que transformaron el paisaje de una manera colosal, sabia y respetuosa con el medio ambiente, especialmente en los últimos 300 años, convirtiéndolo en un singular museo vivo de integración agropecuaria. La piedra ocupa todo el paisaje, es ubicua a un paisaje humanizado y armónico, donde se asiste a un bocage valenciano de tierras cercadas (vegas: huertos, tancades: cereales, serrades: pastos), que en la mayoría de los casos protegían y servían a propiedades, ganados y a las mejores tierras.

La piedra seca de Vilafranca y entorno, su segunda piel, fue catalogada en 2011 por la Generalitat como uno de los 40 paisajes de mayor interés y relevancia regional, atendiendo a su representatividad, altos valores, buen estado de conservación (integridad, autenticidad), elevado aprecio social y singularidad. Repartida por muchas geografías, mediterráneas o no, y conocida desde milenios, la técnica y paisaje de la piedra en seco en el País Valenciano remite a Vilafranca, un territorio apoteósicamente empedrado. Allí su predominio es tal que asombra la visión de tanta cantidad y calidad de construcciones conformadoras de un paisaje diseñado con piedras y resultado del trabajo de muchas generaciones de pastores, agricultores y masovers, como también de paredadors, margenadors y barracaires experimentados. “Parapaisajeando” a Josep Pla en Cadaqués (1947): per tal de viure ací degueren crear un paisatge absolutament artificial, convertir una geología informe, estèril, caòtica, en un jardí de pedra.

 

La geografía física: incomodidad, silencio y frontera.

En efecto, estamos en un territorio que Cavanilles (1797) ve “sembrado de montes ó peñas con poca tierra, dexando bastantes llanuras aunque en un suelo elevado con pocos árboles pasa la nueva carretera de Mosqueruela a Oropesa para conducir maderas de construcción”. Las altitudes de la villa (1125 m), en el altiplano, y de su entorno cardinal (Arrielo, 1316 m, Picaio, 1304 m, Mola del Vilar, 1250 m, Tossal dels Montllats 1655 m -la tercera cima del País Valenciano-), remarcan el carácter serrano y escabroso propio de los contrafuertes orientales ibéricos, litológicamente calcáreos y con estratificaciones horizontales y tabulares, de las que procede el mar de piedras situado en una gran plataforma de altitud media superior a los 1100 m que desciende suavemente al E hasta la Cañada de Ares. La adversidad del relieve se traslada a una climatología inclemente que presenta, en el paisaje vivido, sólo dos estaciones con sus respectivas fenologías bióticas: un invierno largo y muy duro -en el vecino Castellfort está registrada la temperatura mínima histórica del País Valenciano (-22 ºC en 2-II-1954) y una primavera corta. El resultado: una exigua aptitud agronómica del suelo en el que la agricultura es poco más que una conjetura y donde el suelo es en un 80% forestal, la mitad de él boscoso como ya observaba Cavanilles (1797) “hay en estos montes dilatados pinares, cuya madera se aprovecha para construir buques de la marina real. Como queda tanta porción inculta, se crian muchos ganados es laudable esta industria propiedad de los mas ricos que se oponen a romper eriales pretextando que son tierras inútiles aumentando el número de pastores tienen mas lana, crias, hacienda y despotismo hacen pasar la vara de Alcalde por sus afectos ó dependientes”.

Así pues en este paisaje de páramo donde se ensancha el ánimo los componentes silvopastoriles son determinantes. Los bosques de Vilafranca sorprenden por su gran omnipresencia y biodiversidad, destacando la orla forestal oeste desde el tossal de Coder hasta la serra Brusca, y especialmente Palomita (1391 m) un bosque referencial en las estribaciones NE dels Montllats, declarado (2007) Paraje Natural Municipal (149 ha, 2 Microreservas). Pero sobre todo es el paisaje ganadero (sincretismo o confrontación agropecuaria con modelos antagónicos de explotación, trashumancia, ferias, azagadores, lligallo) el que explica no sólo el pasado, sino también los pilares del presente, siendo el actor principal en el escenario de la piedra en seco. Ovejas, lanas, pastores y telares durante los s. XV al XVIII y caballerías y tratantes durante el S. XIX y primeros del s XX, junto con el histórico espíritu mercantil, sentaron las bases de la personalidad del lugar y de la industria textil actual.

Este altiplano, pedregoso, pardo y pastoril, fue el primer paisaje valenciano que oteó Jaume I una vez cruzó el Riu de les Truites y fundó (1239) la Pobla del Bellestar, el enclave primigenio de Vilafranca. Ni entonces ni ahora la frontera con Aragón fue una ligne Maginot, antes al contrario, es poco más que una línea administrativa en el mapa invisible de la geografía humana de una región en la que Vilafranca compite con Mosqueruela y Morella por el liderazgo. En los pleitos con la primera perdió la partida de la Estrella (1335-1340), una emblemática y mágica postal a la vera del río Montlleó, antes llamada Villar de Viñas, con impresionantes verticalidades de centenares de metros en el lugar. Con la segunda ganó su independencia (1691), que no amortiguó cierta rivalidad. Si la geografía es un arma para la guerras, estas afectan al paisaje. En los conflictos más recientes Vilafranca fue isabelina y republicana, siendo el Pla de Mossorro (Torre Leandra, Mas de la Carrasca…) escenario de una decisiva batalla (1875) en la que el general Doregay derrotó al carlista Villalaín perdiendo estos las posiciones Centro y Levante recordando la partida de la Creu Grossa dicha conflagración. Como también las colectivizaciones agrarias de la CNT o el maquis de la postguerra afectó a las masías (Mas de les Covatelles…).

 

La corografia humana. La industria textil como reto a la hostilidad

La industrialización fue pronta (1905 Electra Vilafranquina, 1923 Banco de St. Roc), propiciando, entre otras fábricas textiles (Monfort..) la empresa que creó (1907) el tratante C. Aznar. Esta aglutina hoy cerca de 500 trabajadores sólo en su factoría de Vilafranca, factoría que es otro de los hitos edificatorios que contrastan en este paisaje de piedras. Con altibajos (introducción del nylon, competencia países subdesarrollados, inversiones especulativas…) produce hoy 75 y 20 millones de pares al año respectivamente de medias (marcas: Eugenia de Montijo en los años 1960, Marie Claire en 1980…), y calcetines (Búfalo, Kler), siendo la más importante de España en el subsector y una de las más grandes de Europa. En el desierto industrial del interior norte valenciano, sorprende esta isla fabril de Vilafranca, conocida en el ramo textil como la Barceloneta, y que es fuente de trabajo, prosperidad y rentas para la comarca.

El empuje industrial permite una demografía vigorosa de 2352 habs. (2014), la misma que en 1875, y un 36% menos -emigración a Barcelona, Castelló- que en 1950 cuando alcanza el techo poblacional. Hoy prácticamente todos viven en la villa, ya que de las 92 masías (masos) existentes y dispersas, sólo están habitadas 17. La movilidad masías/villa siempre ha sido fluida (compras, servicios, migración definitiva). Algunas de ellas fortificadas, este poblamiento de mosaico a partir de “masos de fum, fam i fred”, por la rigurosidad ambiental donde se emplazan, está lejos de su esplendor en el s. XIX cuando representaban el 26% de la población. Muchos masos son verdaderos tranquility maps y quiets lanes.

El paisaje urbano presenta dos partes diferenciadas, la antigua y la nueva, como si fueran paisajísticamente un pueblo y una pequeña ciudad. Al SE está el casco histórico, emplazado en un escarpe estrecho y alargado vigilado por las cabeceras del congosto del Barranc de la Fos, sin duda un land art del lugar. La calle Mayor o del Collat y la plaza de L’Església, organizan el espacio y acogen las mayores monumentalidades de mirada gótica -Ajuntament- y renacentista -Iglesia de la Magdalena-. El s. XIX vio crecer la villa extramuros hasta la Plaza d’En Blasco de Alagón, verdadera bisagra de carreteras y barrios con interesantes arquitecturas modernistas: clínica del Palomo… La CV-15 es el eje que dirige la mirada en el paisaje del nuevo espacio urbano, percibido en ocasiones fácilmente como “ciudad” al observar en la entrada hitos como la Plaza de Toros (1933), la nueva (1980) factoría industrial de Aznar o las urbanizaciones insulsas de viviendas adosadas. En la salida la mirada contempla otras fábricas (serrerías: Herrero…; fajas artesanas: Escuder…), el santuario del Llosar (s. XVII) -siempre la piedra- y finalmente la Pobla del Bellestar, quizá la puebla medieval de mayor interés paisajístico, a la par que histórico y simbólico para los valencianos.

El Museu de la Pedra en Sec (2006), único en el País Valenciano y pionero en España, ocupa la antigua Lonja y tiene una extensión afuera a manera de Écomusée en las partidas de les Virtuts, la Parreta y el Pla de Mossorro que son los lugares resumen donde la piedra en seco explica el paisaje de Vilafranca o quizá el paisaje explica la piedra en seco de Vilafranca. Puede ser que la mejor unidad ambiental, el mejor beautiful landscape de los paisajes de la piedra en seco sea L’Assagador de l’Empriu (Obiol, 1998) entre el Mas de Cabestany y la Pobla del Bellestar, hoy el PR-CV-402. En su trazado destacan les casetes de Calces Blaves una construcción de 60 m x 7 m, 870 m3 de volumen de piedras y un número de estas cercano a las 350.000 unidades que alcanzan un peso de 1,7 Tm. La edificación sorprende por su magnitud y originalidad, desprendiendo cargas de enigmas muy conectadas a la litolatría. La pretensión del gobierno regional de declarar el paisaje de la piedra en seco Bien de Interés Cultural (B.I.C.) puede tener en este caso un emblema.

Estamos ante un paisaje desigual con fuerte carga de memoria cultural, creado con instinto, saber hacer y naturalidad, un museo (lugar de las musas) del folklore (folk=pueblo; lore=ciencia) al aire libre. Si todos los países tienen un genius loci la piedra en seco ayuda a encontrarlo en Vilafranca, o tal vez sean lo mismo. Un paisaje de arquitectura popular sin arquitectos presidido por los principios de adaptación funcional al medio ambiente. En las últimas décadas desafortunadamente ha sido agredido por numerosos, impropios y gigantes (110 m) ventiladores para la generación de energía eólica y que han supuesto un altísimo impacto visual y acústico marcando un antes y un después en dicho paisaje. ¡Qué bueno que estuvieran de paso!

 

Emilio M. Obiol Menero
Departamento de Geografía
Universitat de València

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Fotos

Albocàsser (foto Adela Talavera).Campos de cultivo en Villafranca del Cid (foto Adela Talavera).Villafranca del Cid (foto Adela Talavera).Calles de Villafranca del Cid (foto Adela Talavera).Detalle de la puerta de los 4 evangelistas de la iglesia de Santa María Magdalena de Villafranca del Cid (foto Adela Talavera).Calles de Villafranca del Cid (foto Adela Talavera).Villafranca del Cid (foto Adela Talavera).Campanario de la Iglesia del Salvador, Culla (foto ESTEPA).

Mapas

Citas

Josep Monferrer i Guardiola (1997). Evolució urbana d’un poble industrial.

“La nota característica del territori casolà rau en la pedra. Però no “in puris naturalibus”, sinó en la pedra seca que l’home canvia de lloc i funció amb una mínima manipulació, sense més additaments. La pedra natural, humanitzada només inicialment, com a component identitari d’un paisatge humanitzat.”

Carles Salvador (1954). A l’ombra del Penyagolosa.

“I Vilafranca del Cid, tan rica i industrial, que ha sabut passar dels teixits de les manteletes al teixit de les calces de cristall. Paisatges vius que parlen com un llibre obert a qui sap llegir en ells.”

A. Moner y S. Carratalà (2001).

“Aquesta trama dóna forma a un pensament col·lectiu sobre el fet d’habitar i sobre la concepció de l’espai. Cada pedra edifica aquest pensament i arriba a aconseguir que esdevinga paisatge, que el grup humà que l’ha concebut també esdevinga paisatge. Les parets corporifiquen aquesta idea, l’escriuen sobre el mapa del territori. Un pensament escrit en què cada pedra és paraula i caminar entre elles, llegir.

Bibliografía

- Nota

No se relacionen aquí los clásicos (Cavanilles, Viciana, Madoz...), por considerarlos transversales a todos los paisajes.

OBIOL MENERO, E. M. (1998).

L’Assagador d’Empriu: una proposta d’Ecomuseu ramader en Els Ports. Projecte d’Investigació. Conselleria Medi Ambient. Generalitat Valenciana.

GARÍ, J. (2012).

Viatge pel meu país. València: Ed. 3i4.

MIRALLES, F. - MONFORT, J. - MARÍN, M. (2008).

Los hombres y las piedras. La piedra seca en Vilafranca. Un paisaje humanizado. Ajuntament de Vilafranca.

MESEGUER, V. - ZARAGOZÁ, A. (2004).

Arquitecturas de piedra en seco. Actas VII Congreso Internacional de Arquitecturas de Piedra en Seco. Ed. Centre Estudis del Maestrat-Generalitat Valenciana.

TORTOSA, P. (2013).

Vilafranca. Els Ports. Un mar de pedra seca a mil metres d’altitud. Ed. 96, Ajuntament de Vilafranca.