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La Serra Gelada - Paisajes Turísticos ValencianosPaisajes Turísticos Valencianos

Paisajes litorales

La Serra Gelada

Les Penyes de l’Albir

Los acantilados de la Serra Gelada, entre Altea y Benidorm conforman un parque natural marítimo-terrestre excepcional en el territorio valenciano. Conocido también como Penyes de l’Albir, se encuentran enclavadas en una de las zonas turísticas más importantes del Mediterráneo.

 

Montañas que rompen sobre la mar

Se trata de una pequeña alineación montañosa de 6 kilómetros de longitud, orientada NE-SO en la comarca de la Marina Baixa. Abrupto territorio sobre las planas de Benidorm, Alfàs del Pi y Altea. La montaña en llegar al mar se precipita en acantilados de más de 400 metros. Todo ello: la montaña, la vegetación que le es propia, la mar, da lugar a un paisaje de valor excepcional. En su entorno se elevan una serie de islotes como los de Benidorm, la Mitjana, l’Olla. Y algunas cuevas como la Cova del far de l’Albir.

Su vegetación alberga una serie de endemismos botánicos, en ocasiones muy semejantes a los del Peñón de Ifach, que también tratamos en estas páginas. Se localizan pastizales anuales de Thero-Brachypodietea y matorrales termófilos. Dunas con vegetación esclerófila de Cisto-lavanduletea y matorrales halófilos. Entre lo más destacable del paisaje vegetal tenemos los Juniperus de las dunas litorales. En los acantilados también hay Limonium endémicos. Existiendo también en el entorno Silene hifacensis, Asperula paui subsp. dianensis, Biscutella montana, Teucrium hifacense y Limonium parvibracteatum. Sin olvidar la presencia de pino carrasco como único representante en la zona de la vegetación arbórea.

Pero también los fondos marinos, con sus peces, crustáceos y otros vertebrados; vegetación submarina entre la que se localiza praderas de Posidonia y Cymodocea. Todo ello dota al lugar de un magnífico medio y paisaje submarino, y una gran reserva para la pesca.

Entre la fauna debemos destacar las aves marinas, ya que este lugar es el segundo en importancia de la Comunidad Valenciana, siendo el primero las Islas Columbretes. Especies que nidifican aquí como el Paiño común y la gaviota de Audouin, el halcón peregrino, el Cormorán moñudo, la Pardela cenicienta o la Pardela balear.

Al norte de la Serra Gelada, Altea magnífico paisaje habitado sobre el mar, donde la misma población como sus alrededores albergan perspectivas e imágenes a contemplar y retener en la memoria. Desde allí se vislumbran lugares en la costa como la Olla frente a la que emerge la Isleta, Cap Negret, el Mascarat junto al término de Calpe, la Roda, Cap Blanch con playa que llega hasta el término de Alfaz del Pi, Veamos en palabras de Gabriel Miró la descricipción de la ciudad: “Altea la Nueva, encima de la costa, con un dulce sonrojo en su cal y en la piedra desnuda de su campanario. De los huertos del Algar sale altea la Vieja empinando su espadaña en un alcor de frutales” (Gabriel Miró, Años y leguas, 1928). Al sur la bahía de Benidorm con su bosque de rascacielos que se reflejan en el mar.

 

Un Parque Natural

La zona ha tenido su aprovechamiento desde la Prehistoria, pues se han encontrado diversos yacimientos y restos de actividades pesqueras desde el Neolítico. Siendo esta zona lugar de paso de los pueblos colonizadores mediterráneos, y punto de intercambio de productos. La zona tiene numerosos yacimientos, en gran parte desaparecidos bajo las construcciones contemporáneas. En el entorno, se pueden observar diversas torres de vigía para la protección contra la piratería, que tratamos en otro lugar de este libro, torres como las de Seguró, la Bombarda, la de l’Aguilló en el tossal de la cala de Benidorm y la del Xarco en la Vila.

Podemos admirar los acantilados y las diversas fracturas, como las fallas de la Punta de l’Escaleta y la Punta de l’Albir. Cuevas como la de la Boca de la Ballena. La continuación bajo el mar de la sierra y su nueva emergencia sobre las aguas del islote de Benidorm. Pero el lugar también es magnífica atalaya para admirar el entorno terrestre: el Puig Campana, Aitana y Bérnia. Volvamos a la voz de Gabriel Miró:

Montes con las espaldas distendidas y nerviosas, montes delgados, perpendiculares, en asunciones tranquilas, siempre hilando en vellón de la claridad virgen. Puig Campana es la sierra cincelada para Benidorm, y todavía quedó enmendada la obra rebanándose el filo en una hendidura de bordes siempre tiernos… En la costa tiene Benidorm la Sierra Helada. De mañana, de tarde, de noche, siempre de color de luna ” (Miró, 1970, pp. 63-64)

La Serra Gelada, fue declarada Parque Natural en fecha 11 de marzo de 2005. Dicho parque tiene una superficie de 5.564 ha, de las cuales 920 son medio marino. Lo magnífico de su paisaje, la significación del mismo, sus peligros para su conservación han generado una amplia bibliografía y atención por parte de los viajeros e investigadores. Veamos unos párrafos del Manifest sobre la bellesa de la Serra Gelada:

“Els signants del present Manifest ens declarem admiradors entusiastes de la gran intensitat espiritual que posseïx l’esplèndida bellesa natural de la Serra Gelada, paratge únic, i quasi desconegut de Benidorm, Altea i l’Alfàs del Pi, a la Marina Baixa. Davant la immensitat del paisatge i de la importància de la seua flora i fauna, hem decidit posar al seu servici tot el nostre amor i la nostra energía, i és per això que hem decidit dedicar-li un gran Homenatge Interdisciplinar de les Arts i les Ciències. La música, la paraula, la pintura, el periodisme, la geografía, l’ecologia, hi estarán presents…” (Mediterrània: Homenatge a la bellesa de la Serra Gelada coneguda també com les Penyes de l’Albir, 2003: 19)

La Serra Gelada se encuentra rodeada de espacios turísticos de primera magnitud, y de ahí vienen sus aspectos positivos (su aprovechamiento) y sus peligros (una excesiva presión antrópica). Es por ello que habría que evitar la proliferación y extensión de urbanizaciones, así como la no instalación de equipamientos y/o servicios, la no obertura de caminos… El magnífico hito de la Serra es, pues, un ecosistema, un paisaje extraordinariamente sensible y a tratar de forma exquisita por las autoridades en cuanto a su protección, y por los visitantes en su disfrute.

 

Josep Montesinos
Departament d’Història de l’Art
Universitat de València

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Fotos

Vegetación en la Serra Gelada (foto Miguel Lorenzo).Vista aérea de los acantilados de la Serra Gelada (foto ESTEPA).La Serra Gelada (foto Miguel Lorenzo).La Serra Gelada (foto Miguel Lorenzo).La Serra Gelada (foto Miguel Lorenzo).

Mapas

Citas

Teodoro Llorente (1889). “Valencia. Sus Monumentos y artes. Su naturaleza e Historia”.

“La Sierra Helada (nombre algo extraño en esta latitud) levanta otra vez la costa y la embravece desde las Peñas de Albir hasta el cabo de les Escaletes (ó les Caletes, como dicen otros), y apenas se dobla esta punta, aparece Benidorm, valientemente encaramado sobre una roca, que penetra en el mar. Al extremo de aquel pequeño promontorio, de escarpa inaccesible, está el ruinoso castillo, junto á él la iglesia... Villajoyosa pintoresca perspectiva para el navegante... No es menos bello el panorama desde esa torre, que domina el mar, casi siempre tranquilo en esa ensenada, la extensa huerta, pobladísima de casas de campo; más allá, dilatados viñedos y la variada arboleda de almendros, higueras y algarrobos...”

Bibliografía

AA. VV. (1996).

Cuadernos de Geografía, nº 60, Universitat de València.

ESTEBAN CHAPAPRÍA, V. (1995).

“El sistema dunar plio-cuaternario entre las bahías de Altea y Benidorm” (Sierra Helada, Alicante), 3ª Reuniâo do Quaternario Ibérico, Coimbra 27 setembre a 1 outubro de 1993, pp. 211-246.

FUSTER, J. (2003).

Mediterrània: homenatge a la bellesa de la Serra Gelada coneguda també com les Penyes de l’Albir, fotog. Jaume Fuster, poemes Lluís Fornés, pintures Ramón Pérez Carrió, Ajuntament de Benidorm.

MIRÓ, G. (1970).

Años y leguas, Madrid.

Parcs Naturals de la Comunitat Valenciana.

http://parquesnaturales.gva.es

RIQUELME PILOÑA, J. (1997).

“La Serra Gelada: un acantilado bético valenciano”, Dinámica litoral-interior, Actas del XV Congreso de Geográfos Españoles, Santiago 15-19 de septiembre de 1997, vol. I, pp. 235-244.