Paisajes litorales
La costa brava valenciana
La imagen tópica del litoral valenciano, con amplias playas arenosas que se extienden en una larga y rectilínea costa, se rompe ante el majestuoso panorama de los altos acantilados, alternando con pequeñas calas, que se alzan en la comarca alicantina de la Marina Alta, conformando una verdadera costa brava valenciana.
El espacio viene fundamentalmente definido por los sistemas béticos, que direccionados SO-NE se articulan en una amplia fachada de corte radical sobre el mar, con pintorescas calas y radas rellenadas por las ramblas, junto a cuevas marinas. Sistema de montañas diánicas con relación en las Pitiüses que conforman un característico paisaje en la línea de costa. Elevados acantilados que comienzan al sur del Mongó y cabo de San Antonio, y tras la bahía de Xàbia se elevan altos acantilados hasta el término de Teulada-Moraira. Esta costa acantilada de la Marina se adentra en forma apuntada en el Mediterráneo, con el cabo de la Nao en su punto extremo, cual proa de bajel frente al Mare Nostrum.
Desde los farallones rocosos, bajo los que rompen en espuma las olas, con el viento, el azul del mar, los barcos navegando… no sólo un paisaje, también una vivencia única de naturaleza. Nos viene entonces a la memoria los versos de nuestro poeta Ausiàs March
“Veles e vents han mos desigs complir,
faent camins dubtosos per la mar.
Mestre i ponent contra d’ells veig armar;
xaloc, llevant, los deuen subvenir
ab llurs amics lo grec e lo migjorn,
fent humils precs al vent tramuntanal
que en son bufar los sia parcial
e que tots cinc complesquen mon retorn.
Bullirà el mar com la cassola en forn,
mudant color e l’estat natural,
e mostrarà voler tota res mal
que sobre si atur un punt al jorn.
Grans e pocs peixs a recors correran
e cercaran amagatalls secrets:
fugint al mar, on són nodrits e fets,
per gran remei en terra eixiran… “
(Ausiàs March, Poesies, versió Raimón 1969)
Los acantilados y calas conservan una vegetación característica y endémica, que es necesario proteger. Como por ejemplo una importante población de Diplotaxis ibicensis, única en la Península Ibérica, también de Silene hifacensis o Colletja de roca de la Marina. Además de Scabiosa saxatilis, Centaurea rouyi, Hipppocrepis valentina, Cheirolophus lagunae o Limonium rigualii. Junto a fauna como el águila pescadora y concentraciones invernales de pardela balear y pardela mediterránea, entre otras aves. Los acantilados de la Marina son ZEPA, o zona de protección de aves marinas amenazadas. Entre el resto de la fauna se encuentran además diversas especies de murciélagos. Entre la vegetación marina se localizan formaciones de Posidonia y Cymodocea, muy bien conservadas e imprescindibles para la subsistencia de la biodiversidad marina. Entre la fauna marina se han identificado 55 especies; los grupos más representativos, son los espáridos y los lábridos, entre los que destacan las obladas, mojarra, salpa, boga castañuela o chucla, entre muchísimas otras. Conjunto de gran biodiversidad, junto con meros, doradas y lubinas.
Al sur de Jávea comienza el territorio que estamos acotando, en el que se intercalan altos acantilados, con pequeñas calas y algunos islotes frente a la costa. Entre estos accidentes: la Cala Blanca, la Cala Sardinera, la playa de la Barraca y la isla del Portitxol, el Ambolo o pequeña cala al sur del Cabo de la Nao, frente a ella se eleva sobre las aguas la isla del Descubridor. Aguas cristalinas, que contienen praderas de Posidonia enmarcan un sugestivo paisaje submarino. También la cala de la Granadella uno de los paisajes más hermosos de la costa, con su entorno de pinos y su fortificación del siglo XVIII, torres vigías de las que hablamos en otro apartado de este libro. Desde los lugares mencionados se vislumbran magníficas vistas, pero hay otros que por su altura nos permiten otear el horizonte, un panorama terrestre y marítimo pleno de belleza. Desde la Caleta podemos admirar al norte la bahía de Jávea, los acantilados del cabo de San Antonio, tras un tramo de costa rocosa más baja que éstos, hacia sur el cabo de San Martín o Cap Prim. Desde la Cruz Portitxol vistas sobre la cala y la isla; desde la Falzia, el Cap Negre, el cabo de la Nao punto más oriental de la península en el Mediterráneo, bajo el cual se abre la Cova dels Orguens; el mirador de las Pesqueras…
Hacia el sur los acantilados siguen en el término municipal de Poble Nou de Benitatxell, las palabras de Cavanilles describen perfectamente la magnificencia del entorno:
“Benitachell es el pueblo que se encuentra subiendo hacia el sudoeste desde el barranco y ensenada de la granadilla; la cuesta es áspera y el sendero, único camino en aquellas breñas, sumamente difícil entre pinos y maleza, el cual conduce a la falda del Puig y antes de llegar a la mayor altura de este monte se descubren otros. Montgó cae al norte, y el noroeste Segarria y las montañas de Valldigna, sobresaliendo allí Mondúber: al sur y sudoeste en la costa del mar los cabos Hifac, Toix y Albir; y últimamente al noroeste del cabo Toix la cordillera de montes que empieza en este cabo y sigue con los nombres de Bérnia y Serrella, precedidos de la Solana de Benisa y Carrascal de Parsént…” (Antonio José Cavanilles. Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia, 1795).
En término de Benitatxell el macizo del Puig Llorença se rompe sobre el Mediterráneo perpetuando los acantilados que estamos comentando. Los barrancos al irrumpir en el mar han conformado pequeñas calas como el barranc de l’Infern y el de la Cala posibilitando la Cala dels Testos y la de Llebeig. Más hacia el sur la costa sigue siendo elevada pero es más accesible. Los desprendimientos del acantilado han conformado roquedales más bajos en la orilla sobre los que hay una zona escarpada con rica vegetación. Zona tradicionalmente aprovechada para la pesca, y en la tierra hay zonas abancaladas y plantadas de algarrobos. Estas explotaciones agrícolas aún nos muestran huellas de su actividad en construcciones de pedra seca adosadas a la roca. Espacios utilizados por labradores y pescadores, y también en algún momento por contrabandistas. Lugares como la Cala del Moraig, Cova de les Morretes, el Racó de l’Illot, la Cova del Tío Domingo l’Abiar, la Cova de Pepet del Morret, la Cova de Toni el Senyalat, el Bufit del Bou, el Morro Falqui… Lugares, itinerarios y paisajes a recorrer, a hacer nuestros en imagen y memoria.
A continuación el término de Teulada-Moraira, con los espacios de la Cala y su barranco, la Punta de Moraira con Cap d’Or. En este municipio se localiza un paisaje significativo, y protegido, como es el valle agrícola de Les Sorts, dedicado fundamentalmente a plantaciones de vid. Espacio físico, actividad y ocupación humana, producción agrícola, conforman unos valores culturales que han dado lugar a un bello paisaje a estimar. Desde Moraria final dels penya-segats de la Marina se vislumbra hacia el sur y adentrándose en el mar, como torre de vigía, el peñón de Ifach, unido a tierra por un tómbolo al igual que el de Peñíscola, faros para navegantes con reminiscencias en la toponimia de la Antigüedad; en palabras de Sanchis Guarner- “L’altre tòmbol del litoral valencià és el penyal d’Ifac, vora el qual es trova la vila de Calp… vaig comentar que el Calp valencià és, evidentment, el mateix topònim que Calpe, nom grec de la Punta d’Europa (Gibraltar)…” (Manuel Sanchis Guarner, Obra completa, 1, València 1976,p 136).
Hasta poco después de mediados del siglo XX la actividad agrícola, junto a los pequeños núcleos de pescadores de la comarca era la actividad económica de la zona, pero la llegada y desarrollo del turismo ha convertido a éste en el motor económico del territorio. Todo lo cual supuso no sólo un cambio en la economía, sino en todos los órdenes de la actividad humana y también en el medio y el paisaje. Veamos en palabras de Rafael Altamira la descripción de un pueblecito de pescadores de la Marina antes del estallido del fenómeno turístico:
“… Però la major parte de l’any aquella cala és una benedicció de Déu… Les barques, anelades a l’ombra del promontori que ostenta al cim la torre costera… inmediatament darrere de les cases de la platja, puja el terreny com una muralla que talla la vista. Des de vora mar solament es veuen algunes altres cases allà dalt, la massa verda dels cereals, les crestes d’algunes palmeres i l’ombrejat vigorós de la serralada lluntana. Aixina poden considerar-se els mariners com si estigueren a soles davant de la grandesa de la mar.” (Rafael Altamira, “La terreta“, Nostra Novel·la, nº. 2, València 1930, p.39).
Paisaje de mar y tierra, donde las olas se convierten en sierras, y las rocas en espuma:
“És com la mar de mon país, que tranquil.la sembla immens espill a on es miren serres i es retraten les barques… però quan els vents, bramant l’aigua remouen fins el fons i convertint les ones en serres les fan esclafir contra les penyes com si les volgueren derrocar” (Martínez i Martínez, Coses de la meua terra (la Marina),1912, p. 19).
El ecosistema tanto terrestre como marítimo que estamos describiendo necesitaba de una especial actuación. así el espacio de los penya-segats de la Marina han sido considerados área de protección, sobre un total de 3.262 ha de las que 939 corresponden a la zona continental y 2.323 a la marina. En esa protección entran desde los espacios, fauna, vegetación, actividades, tanto terrestres como marítimas.
Los peligros en cuanto a la permanencia de este paisaje en unos parámetros aceptables de conservación vienen dados precisamente por la actividad económica de la zona: el turismo. Pero también es el elemento clave para su mantenimiento económico; se hace pues necesario establecer un equilibrio entre la actividad y la conservación paisajística, con actuaciones de sostenibilidad.
La concreción de los peligros contra esa sostenibilidad vienen dados fundamentalmente por los excesos de un urbanismo agresivo y extensivo que ha alterado muy negativamente algunos de los paisajes que estamos tratando, tanto en la costa como en el interior. También lo negativo de los incendios forestales que afectan a su importante y única vegetación.
La presión antrópica también se ve reflejada en la frecuente y abusiva recolección de plantas. Los visitantes en sus paseos por acantilados y calas recogen flores y hierbas que poco a poco esquilman la menguada población, y no olvidemos que algunas son únicas en la Península Ibérica. También es nocivo el exceso de pesca submarina que empobrece su biodiversidad. También contribuye a la destrucción del paisaje la profusión de caminos, sin olvidar los puertos deportivos. Los penya-segats de la Marina necesitan de la acción positiva de sus habitantes, turistas y autoridades para preservarlos, mejorarlos y trasmitirlos al futuro en mejores condiciones de los que nos los hemos encontrado.
Josep Montesinos
Departament d’Història de l’Art
Universitat de València
Diario Información, 17|01|2010
“Ahora, tras los desprendimientos, cualquier restricción parece poca. Este urbanismo que se asoma al vacío da vértigo; está aquejado de mal de altura. Además, en ese frente litoral del Cap Negre, donde han ocurrido los derrumbes, los chalés forman una barrera infranqueable, que tiene su
punto débil por el mar. La erosión ya ha socavado cimientos de terrazas y jardines y amenaza los de las viviendas.
Así, ante las lluvias torrenciales y los violentos temporales marítimos, al final, resulta imposible
dominar la naturaleza inestable de los acantilados y la dinámica del litoral. La cala del Moraig del
Poble Nou de Benitatxell es un ejemplo muy claro.”
Actes dels Congressos
d’Estudis de la Marina Alta (pub. 1986, 1992, 2007).
BANYULS, ANTONI; BOIRA, J. LLUESMA, J. A. (1996).
La defensa del litoral de la marina al segle XVI, Benissa, Inst de Cultura Juan Gil-Albert.
BARBER i VALLÉS, A. et alii (1999).
Nits i peixos a les pesqueres de cingle: estudi etnogràfic i històric de les pesqueres de cingle a la Marina Alta, Ass. Cultural Puig Llorença.
COSTA, J. et alii (1999).
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MARTÍNEZ i MARTÍNEZ, F. (1912).
Coses de la meua terra (la Marina), València.
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