Paisajes agrarios
La meseta valenciana con denominación de origen
La comarca de Requena-Utiel está asentada sobre una pequeña meseta inclinada con una extensión de más de 1800 Km2, con una altitud media de 700 msnm (las altitudes de la zona, van desde 907 m de Camporrobles, a los 697 m de Siete Aguas; por otra parte, las máximas altitudes se dan en la sierra Negrete donde se encuentra el Pico del Remedio con 1.310 m, la Sierra del Tejo; 1.250 m y la de la Bicuerca, 1.180 m).
Las aguas de esta zona se reparten entre dos cuencas hidrográficas, la del río Magro al norte y la de la rambla de Caballero (afluente del río Cabriel) al sur. La línea divisoria entre ambas cuencas la marca la Loma de Torrubia o de la Ceja. En la zona regada por el río Magro predominan los suelos aluviales y en el otro lado de la Sierra de Torrubia predominan los suelos arcillosos.
El clima es continental con influencia mediterránea, la temperatura media anual es de 14oC, con una amplitud térmica anual de más de 17oC. El mes más cálido es julio, con 23,2oC y la media es de 6oC en el mes de diciembre. Los inviernos son fríos y largos. El verano es relativamente corto y a veces el viento de poniente aumenta la temperatura. El otoño es corto y las temperaturas sufren un acusado descenso. La estación primaveral suele retrasarse a menudo, acompañada de altibajos en las temperaturas, con frecuentes heladas en los meses de abril y mayo. El verano es relativamente corto: no suele sobrepasar los meses de julio y agosto con fuerte calor en las horas centrales del día. Las temperaturas máximas son más elevadas que en el litoral valenciano, aunque la escasa humedad ambiental hace que el calor sea más seco. Cuando el viento predominante es el poniente la temperatura puede alcanzar los 39° o 40° C.
Las precipitaciones son de 434 mm al año. La primavera y el otoño son las dos estaciones lluviosas.
Los pinos carrasco asociados en muchas zonas con la carrasca forman manchas de bosques en las umbrías de algunas de las sierras como en la del Tejo, mientras que en otros montes se intercalan con zonas de matorral, o zonas desforestadas y con campos donde se cultivan las viñas.
La tradición vitivinícola de las tierras Requena-Utiel se remonta a más de 2.500 años, tal y como indican los diferentes hallazgos arqueológicos de la comarca. La llegada de producciones fenicias a estas tierras (VII a. C) incorpora el vino al consumo de las élites indígenas que no tardaran en iniciarse en la producción y elaboración del mismo. En el yacimiento de Los Villares (Caudete de las Fuentes), identificado como la antigua ciudad ibérica de Kelin se ha hallado un conjunto de pepitas de uva, estructuras para elaborar vino y elementos de vajilla que las contenían. Este poblado, de unas 10 ha de extensión, ocupado desde inicios de la Edad del Hierro (Siglo VII a.C) hasta época iberorromana (Siglo I a. C.). Kelin se sitúa, cerca del nacimiento del río Madre, en una loma que se eleva 800 m.s.n.m., destacando sobre el llano circundante. Estructurando su territorio mediante una red de asentamientos interdependientes con funciones diversas y complementarias, tanto defensivas como productivas. Su economía se centraba en el cultivo del trigo, de la viña y de la higuera, entre otros productos, y también en la cría de ovejas, cabras, cerdos y bóvidos. Entre los íberos el vino ya era una bebida habitual, los utensilios de esta época recogen diferentes recipientes para beber y servir el vino. Las ánforas locales de Los Villares muestran unas marcas peculiares que hacen suponer la existencia de un vino de Kelin y de su territorio. Estas marcas, probablemente, identificaran el origen, contenido, propiedad, precio, etc. del vino.
De esta época también hay restos de la existencia de lagares o estructuras excavadas en la roca destinadas a la elaboración del vino, como es el caso de los lagares hallados en la Rambla de Alcantarilla (Requena) o la Solana de las Pilillas (Requena). Como sistema de fermentación se usan recipientes cerámicos (ánforas) que, en el siglo V a.C. se producían en alfares de la zona. En los yacimientos arqueológicos del entorno se documentan almacenes para depositar las ánforas.
En época romana la comarca se puebla de villas rústicas dedicadas a la producción agrícola. En una de ellas un ara o altar dedicado a Baco, dios del vino, nos indica la importancia que adquiere esta producción, avalado también por otros restos diseminados por la zona.
La islamización de estas tierras desde comienzos del siglo VIII no supuso la desaparición del cultivo del viñedo, ni tan siquiera el cese de la elaboración del vino. Los musulmanes valencianos no dejaron nunca de consumir vino, aunque es verdad que, debido a la ley coránica, se silenció en lo posible esta circunstancia y las noticias que nos han llegado de parte de escritores musulmanes de la época sólo hablan de la producción y consumo de uvas y pasas.
Con la nueva cristianización del territorio el vino volvió a cobrar mayor protagonismo y a estar presente en todas las facetas de la sociedad medieval. El vino formaba parte obligada en la ración de comida que cada día se daba en los monasterios y conventos, entraba en el salario que se pagaba a los obreros y jornaleros así como en la soldada que percibían quienes servían en los ejércitos. También estaba entre la comida que se repartía a los pobres y, por supuesto, en los banquetes que ofrecían los reyes y los nobles.
Las primeras referencias documentales escritas sobre la vid y el vino, se remontan a 1265 y aparecen en el Fuero de Requena concedido por Alfonso X El Sabio, donde se establece el nombramiento de «binaderos» o guardianes de las viñas durante los tres meses anteriores a la vendimia. En las ordenanzas municipales de Requena, de 1479, se reitera la labor de los «binaderos» y se prohíbe la introducción de vino foráneo, lo que indica que la producción local debía ser suficiente para el consumo interno. Del mismo modo se recogen normas en las Cuartas Ordenanzas de la Villa de Utiel, 1514, donde se penalizaban los daños por la entrada de ganado en las viñas y se prohibía la vendimia antes de la fecha indicada por los justicias. La variedad de uva autóctona Bobal ya era conocida como planta nueva en el siglo XV.
La proporción entre producción y consumo se mantuvo estable durante los siglos XVI y XVII, con un viñedo muy poco extenso, ordenado en una serie de pagos, dispersos entre grandes latifundios de cereal. En las villas las villas con cosechas abundantes, la taberna formaba parte de los bienes de Propios del Municipio, cuyo Concejo la arrendaba cada año a particulares mediante subasta pública. En el núcleo urbano de Requena, los primeros documentos escritos sobre viticultura tratan de las bodegas excavadas en la roca que se abrieron en el foso del Castillo cuando perdió su función defensiva. En las bodegas subterráneas documentadas desde el s XVI, se elaboró el vino como lo hicieron los iberos, utilizando los mismos sistemas de pisado, decantado y posterior fermentación en recipientes de barro.
Desde la Reconquista y hasta mediados del siglo XVIII se produce un aumento paulatino del viñedo y de la producción relacionada con el autoconsumo local. Gracias al incremento de la población y a la navegación marítima, la viticultura comienza a hacerse más comercial, con la fabricación de aguardientes. Entre los siglos XVII y XVIII funcionaban una decena de fábricas de aguardientes en la comarca.
En la segunda mitad del siglo XIX, el sector vitivinícola se vio afectado por varios sucesos. De una parte, la demanda de vino creció debido al proceso de industrialización y urbanización. En Utiel-Requena se dio, un auge de la vitivinicultura ya que se aceleró el ritmo de nuevas plantaciones, especialmente por parte de vecinos de Utiel. En 1847, se abrió la carretera de las Cabrillas, que comunicó directamente la región con el puerto de Valencia, iniciándose un importante tráfico de vinos. También, hacía la mitad del siglo XIX, nacieron las primeras asociaciones de cosecheros que pretendían un perfeccionamiento en el cultivo y un cierto control sobre el comercio. En este siglo aparecieron numerosos caseríos y se produjo un importante desarrollo demográfico en las aldeas de Utiel-Requena. En 1887 se inauguró la línea de ferrocarril Valencia-Utiel que propició la formación de verdaderos barrios de bodegas en los alrededores de las estaciones de Requena, San Antonio y Utiel, especialmente en ésta última población, porque en ella tenía término la vía férrea. De esta época data la Bodega Redonda, construida estratégicamente, frente a la estación ferroviaria.
Además, aparecieron tres enfermedades nuevas importadas de América (oídium, filoxera y mildiu), que causaron grandes estragos en los viñedos europeos. La producción en los viñedos franceses que se vio afectada por la enfermedad del oidium, durante la década de 1852 a 1862. Tras esta crisis en los viñedos franceses, llegó una nueva plaga, la filoxera (insecto parásito de la vid que puede provocar la muerte de la planta), que arrasó la práctica totalidad de los viñedos europeos entre 1868 y 1900.
La filoxera causó también estragos en España, sin embargo, se mantenían sanos, entre otros, los viñedos de Utiel-Requena, que se vieron más lentamente afectados por el ataque de la filoxera (dada la resistencia de la variedad Bobal frente a este parásito) y permitió a los viticultores ir sustituyendo los pies europeos por los americanos. Este hecho motivó que acudieran a la zona de Utiel-Requena comisionistas franceses y catalanes que impulsaron el crecimiento espectacular de las plantaciones, una redistribución de la propiedad de la tierra que dio lugar a nuevas asociaciones de cosecheros y a la plantación de vides por parte de industriales y empresarios valencianos.
En 1950 se da por finalizada la reconstrucción post-filoxérica y el viñedo de la DO Utiel-Requena ya cubría una extensión de 40.000 hectáreas. A partir del primer cuarto del siglo XX, comienza la emigración rural y la mecanización del campo por lo que la comarca vive la efervescencia del cooperativismo: en 1927 se funda la Cooperativa Agrícola de Utiel, en 1935 la Vinícola de Requena y así sucesivamente hasta llegar a las 36 cooperativas que vienen funcionando en la DO Utiel-Requena desde 1965. Fue en este año cuando se crea Coviñas en Requena, la primera cooperativa orientada a la crianza y embotellado de vinos de calidad. En torno a la década de los ochenta, nacen en la DO Utiel-Requena las primeras bodegas comerciales de tipo familiar y es en los noventa cuando se produce la gran eclosión de bodegas, favorecida por la incorporación de España a la Unión Europea y la expansión de las exportaciones.
En la actualidad, la DO Utiel-Requena cuenta con 108 bodegas registradas y el viñedo censado es de unas 40.000 hectáreas. El viñedo presenta aquí carácter de monocultivo y constituye la mayor masa homogénea productora de vinos tintos de España, con una cosecha media anual del orden de un 1.500.000 de hectolitros El 80 % de las plantaciones son de la variedad Bobal, una especie que es casi exclusiva de la Utiel-Requena que ha pasado a convertirse en una variedad noble de la Denominación de Origen y producto diferenciado. También hay uva de la variedad tempranillo y algo de garnacha, además, desde hace algunos años también ha prosperado la variedad blanca macabeo. Su especialidad son los vinos tintos, y en los últimos años ha cobrado mucha fuerza el envejecimiento en barricas de roble.
A partir de mediados del siglo XX comenzó a abandonarse la estructura de poblamiento disperso y las producciones familiares. En la Villa de Requena se abandonaron las bodegas subterráneas y quedando en el olvido o colmatadas por escombros de construcción. El crecimiento acelerado de los últimos 20 años ha cambiado la fisonomía interior del Paisaje Urbano Histórico, de Requena y su Paisaje Cultural.
Elena Grau
Departament de Prehistòria i Arqueologia
Universitat de València
Joan Fuster (1971). “Viatge pel País Valencià”.
“...I castellana pura és en la seva llengua, en la seva fesomia, en els seus costums. La vinya, imperant i extensa com no l’havíem vista abans, ens certifica, amb tot l’altre, que ens trobem en una prolongació de La Mancha...
A Requena, xops. Un altre tret que delata el seu origen. Xops en la seva campanya, xops en la mateixa ciutat. I la ciutat conserva aquell aire arcaic, gairebé gòtic, que convé a la imatge tòpica de Castella...”.
E. Ripoll Perelló (1963). Las pinturas rupestres del Cingle de la Gasulla.
“Es posible que los últimos pintores de nuestros abrigos levantinos vieran en las llanuras costeras a los primeros representantes de los pueblos colonizadores, de los que deben haber quedado pocos o casi ningún testimonio arqueológico, y que los representaran en sus frisos pictóricos. Recordemos que así fue como los bosquimanos del siglo XIX vieron y pintaron a los boers y a los ingleses, y como los pintores de la Patagonia fijaron en sus abrigos la imagen de los conquistadores españoles”.
MATA, C. et al. (1997).
El vino de Kelin. CRDO Utiel-Requena y Universidad de Valencia.
PIQUERAS, J. (1981).
La vid y el vino en el País Valenciano: (geografía económica, 1564-1980), Valencia, Ed. Institución Alfonso el Magnánimo. 344 p.
PIQUERAS, J. (1997).
Geografía de la meseta de Requena-Utiel, Requena, Centro de Estudios Requenenses. 210 p.
PIQUERAS, J. (2001).
“Cultura y Economía del vino”. Rev. Metode nº 29. Universitat de Valencia.